Richard Dawkins
Richard Dawkins es profesor en Oxford. Ha colaborado en hacer llegar la ciencia de la evolución al siglo 21, y su concepto de “meme” contextualizó la difusión de las ideas en la edad de la información. En años recientes, su crítica devastadora de la religión lo ha llevado a ser una de las figuras centrales del Nuevo Ateísmo.
Translated by Hugo Fernando Jimenez
Reviewed by Rodolfo Lopez
El título es: “Más raro de lo que podemos suponer: La extrañeza de la ciencia.” “Más raro de lo que podemos suponer” proviene de J.B.S. Haldane, el famoso biólogo, quien dijo, “Mi sospecha personal es que el universo no sólo es más raro de lo que suponemos, sino más raro de lo que podemos suponer. Sospecho que hay más cosas en el cielo y la tierra de las que son, o pueden ser soñadas en cualquier filosofía.” Richard Feyman comparó la precisión de las teorías cuánticas — sus predicciones experimentales — con especificar el ancho de Norteamérica con la precisión del grosor de un cabello. Esto significa que la teoría cuántica tiene que ser en cierto sentido verdadera. Pero las presunciones que la teoría cuántica necesita hacer para realizar tales predicciones son tan misteriosas que el mismo Feynman debió señalar, “Si crees que comprendes la teoría cuántica, no entiendes la teoría cuántica.”
Es tan rara que los físicos recurren a una u otra interpretación paradójica de ella. David Deutsch, quien hablará aquí, sobre El Tejido de la Realidad, adhiere a la interpretación de “mundos múltiples” de la teoría cuántica, porque lo peor que se puede decir de ella es que es ridículamente derrochadora. Postula un vasto y rápidamente creciente número de universos existiendo en paralelo — mutuamente indetectables, excepto a través del estrecho conducto de los experimentos de mecánica cuántica. Y ese es Richard Feynman.
El biólogo Lewis Wolpert cree que la rareza de la física moderna es sólo un ejemplo extremo. La ciencia, al contrario que la tecnología, hace violencia al sentido común. Cada vez que bebes un vaso de agua, él señala, es probable que bebas al menos una molécula que pasó por la vejiga de Oliver Cromwell. (risas) Es sólo teoría de probabilidades elemental. El número de moléculas por vaso es enormemente mayor que el número de vasos llenos, o vejigas llenas, en el mundo — y, por supuesto, no hay nada especial en Cromwell o las vejigas. Acabas de inhalar un átomo de nitrógeno que pasó por el pulmón derecho del tercer iguanodonte a la izquierda del árbol Cycadophyta.
“Más raro de lo que podemos suponer.” ¿Qué nos hace capaces de suponer algo, y qué nos dice eso sobre lo que podemos suponer? ¿Hay cosas en nuestro universo que estarán por siempre más allá de nuestro alcance, pero no para alguna inteligencia superior? ¿Hay cosas en nuestro universo que son, en principio, inalcanzables para cualquier mente, sin importar qué tan superior? La historia de la ciencia ha sido una larga serie de violentas tormentas mentales, sucesivas generaciones se enfrentaron con crecientes niveles de rareza en el universo. Estamos tan habituados a la idea de que la Tierra gira — en lugar de que el Sol se mueva por el cielo — es difícil darnos cuenta de la devastadora revolución mental que debió ser. Después de todo, parece obvio que la Tierra es enorme e inmóvil, y el Sol pequeño y móvil. Pero vale la pena recordar el comentario de Wittgenstein sobre el tema. “Dime,” le preguntó a un amigo, “¿Por qué siempre se dice que era natural asumir que el sol se movía alrededor de la tierra en lugar de que la Tierra estuviera rotando?” Su amigo replicó, “Bueno, obviamente porque se ve como si el Sol se moviera alrededor de la Tierra.” Wittgenstein replicó, “Bueno, ¿y cómo se hubiera visto si se viera como si la Tierra estuviera rotando?” (risas)
La ciencia nos ha enseñado, contra toda intuición, que las cosas aparentemente sólidas, como cristales y rocas, están casi enteramente compuestas de espacio vacío. Y la imagen ilustrativa es el núcleo de un átomo como una mosca en el medio de un estadio deportivo y el siguiente átomo está en el siguiente estadio deportivo. Así que parece que la más sólida, dura y densa roca en realidad es casi todo espacio vacío, interrumpido por partículas tan separadas que no deberían contar. ¿Por qué, entonces, las rocas parecen sólidas y duras e impenetrables? Como biólogo evolucionista diré esto: nuestros cerebros han evolucionado para ayudarnos a sobrevivir dentro de órdenes de magnitud de tamaño y velocidad en los que operan nuestros cuerpos. Nunca evolucionamos para navegar en el mundo de los átomos. Si así fuera, nuestros cerebros probablemente percibirían las rocas como llenas de espacio vacío. Las rocas se sienten duras e impenetrables a nuestras manos precisamente porque objetos como rocas y manos no pueden penetrar unos a otros. Por tanto es útil para nuestros cerebros construir nociones como “solidez” e “impenetrabilidad” porque tales nociones nos ayudan a navegar nuestros cuerpos por el mundo de tamaño medio en el que tenemos que navegar.
En el otro extremo de la escala, nuestros ancestros nunca tuvieron que navegar por el cosmos a velocidades cercanas a la de la luz. Si lo hubieran hecho, nuestros cerebros serían mucho mejores para entender a Einstein. Quiero dar el nombre de “Mundo Medio” al ambiente de escala media en el que hemos evolucionado la habilidad para actuar — No la “Tierra Media” Mundo Medio (risas) Hemos evolucionado como habitantes del Mundo Medio, y eso limita lo que somos capaces de imaginar. Será intuitivamente fácil aprehender ideas como, cuando un conejo se mueve a la velocidad promedia de los objetos del Mundo Medio, y choca con otro objeto del Mundo Medio, como una roca, se noquea.
Les presento al Mayor General Albert Stubblebine III, comandante de inteligencia militar en 1983. Él miraba su pared en Arlington, Virginia, y decidió hacerlo. Aunque fuera una idea aterradora, iría a la oficina contigua. Se levantó, y se alejó de su escritorio. ¿De qué consiste en su mayoría el átomo? pensó. Espacio. Comenzó a caminar. ¿De qué estoy hecho yo, mayormente? Átomos. Aceleró su paso, casi un trote ahora. ¿De qué está hecha la pared, mayormente? Átomos. Todo lo que tengo que hacer es cruzar los espacios. Luego, El General Stubblebine estrelló su nariz contra la pared de su oficina. Stubblebine, quien comandaba 16,000 soldados, estaba perplejo por su fracaso para atravesar de la pared. No dudaba que esta habilidad, un día, sería una herramienta común en el arsenal militar. ¿Quién provocaría a un ejército que pudiera hacer eso? Esto es de un artículo de Playboy, que estuve leyendo el otro día. (risas)
Tengo motivos para pensar que es cierto; estaba leyendo Playboy porque yo mismo, tenía un artículo allí. (risas) La intuición humana ,sin asistencia, desarrollada en el Mundo Medio encuentra difícil creer en Galileo cuando dice que un objeto pesado y uno ligero, sin contar la fricción del aire, tocarían el suelo en el mismo instante. Y eso es porque en el Mundo Medio, la fricción del aire siempre existió. si hubiéramos evolucionado en el vacío esperaríamos que toquen el suelo simultáneamente. Si fuéramos bacterias, constantemente perturbadas por el movimiento termal de las moléculas, sería diferente, pero somos muy grandes para notar el movimiento Browniano. De la misma manera, nuestras vidas están dominadas por la gravedad pero somos casi inconscientes a la fuerza de tensión superficial. Un pequeño insecto revertiria estas prioridades.
Steve Grand — es el de la izquierda, Douglas Adams está a la derecha — Steve Grand, en su libro, “Creación: la Vida y Cómo Hacerla”, es positivamente mordaz sobre nuestra preocupación por la materia misma. Tenemos esta tendencia a pensar que sólo las cosas sólidas, materiales son realmente cosas. Las ondas de fluctuación electromagnética en el vacío parecen irreales. Los Victorianos pensaban que las ondas debían ser ondas de un medio — el éter. Pero la materia nos parece reconfortante sólo porque hemos evolucionado para sobrevivir en el Mundo Medio, donde la materia es una ficción útil. Un remolino, para Steve Grand, es una cosa con tanta realidad como una roca.
En un desierto de Tanzania, a la sombra de un volcán Ol Donyo Lengai, hay una duna de ceniza volcánica. Lo hermoso es que se mueve. Es lo que técnicamente llamamos Barchan, y toda la duna transita el desierto en dirección oeste a la velocidad de 17 metros por año. Mantiene su forma de luna y se mueve en dirección de sus cuernos. Lo que sucede es que el viento sopla en la arena sobre la pendiente hasta el otro lado, y luego, cuando cada grano de arena llega a la cima de la cresta, cae en cascada al interior de la luna creciente, y así la duna con forma de cuerno se mueve. Steve Grand señala que nosotros mismos, somos más como una onda que una cosa permanente. Nos invita a los lectores “piensa en una experiencia de tu niñez — algo que recuerdes claramente, algo que puedas ver, sentir, quizás incluso oler, como si estuvieras allí realmente. Después de todo, realmente estuviste allí, ¿no? ¿Cómo más lo recordarías? Pero he aquí la sorpresa: No estuviste allí. Ni un sólo átomo que está en tu cuerpo hoy estuvo allí cuando eso ocurrió. La materia fluye de un lugar a otro y momentáneamente se reúne para ser tú. Lo que sea que eres, por tanto, no eres la materia de la que estás hecho. Si eso no te eriza el cabello de la nuca, léelo de nuevo hasta que lo haga, porque es importante.”
Así que “realmente” no es una palabra que debamos usar con confianza Si un neutrino tuviera cerebro, que evoluciono en ancestros tamaño neutrino, diría que las rocas realmente consisten de espacio vacío. Tenemos cerebros que evolucionaron de ancestros tamaño medio que no podían atravesar rocas. “Realmente” para un animal, es lo que su cerebro necesita que sea para ayudar a su supervivencia, y debido a que diferentes especies viven en diferentes mundos, habrá una incómoda variedad de realidades. Lo que vemos del mundo real no es el mundo desnudo sino un modelo del mundo, regulado por datos sensoriales, pero construído para ser útil para enfrentar el mundo real.
La naturaleza del modelo depende del tipo de animal que somos. Un animal volador necesita un tipo de modelo diferente de uno andante, trepador o nadador. Un cerebro de mono debe tener software capaz de simular un mundo tridimensional de ramas y troncos. Un software de topo para construír modelos de su mundo debe adaptarse para uso subterráneo. Un cerebro de caminador de agua no necesita software 3D, dado que vive en la superficie de una laguna en una planilandia de Edwin Abbott.
He especulado que el murciélago ve colores con sus oídos. El modelo de mundo que un murciélago necesita para navegar en tres dimensiones atrapando insectos debe ser muy similar al modelo de mundo de cualquier ave, un ave diurnal como una golondrina, necesita ejecutar el mismo tipo de tareas. El hecho de que el murciélago use ecos en la oscuridad para ingresar los variables actuales a su modelo, mientras que la golondrina usa luz, es incidental. Los murciélagos, sugerí, perciben tonos, como el rojo y el azul, como etiquetas internas, para algunos aspectos útiles de los ecos — tal vez la textura acústica de las superficies, velludo o liso y demás, de la misma manera en que la golondrinas o nosotros usamos esos tonos percibidos — rojo o azul, etcétera — para etiquetar longitudes de onda de luz cortas o largas. No hay nada inherente en el rojo que lo haga de onda larga.
Y el punto es que la naturaleza del modelo está gobernada por cómo será usado, más que por la modalidad sensorial involucrada. J.B.S. Haldane decía algo sobre los animales cuyo mundo está dominado por el olfato. Los perros distinguen entre dos ácidos grasos muy similares, muy diluídos: el ácido caprilico y el ácido caproico. La única diferencia, es que uno tiene un par extra de átomos de carbono en la cadena. Haldane intuyó que un perro probablemente sería capaz de ordenar los ácidos en el orden de sus pesos moleculares por sus olores, así como un hombre podría ordenar las cuerdas de un piano por el orden de sus longitudes oyendo sus notas. Ahora, hay otro ácido graso, el ácido cáprico, que es igual a los otros dos, excepto que tiene dos átomos de carbono más. Un perro que nunca conoció el ácido cáprico podría, tal vez, no tener más problemas imaginando su olor del que nosotros tendríamos imaginando una trompeta, por ejemplo, tocar una nota más aguda de lo que hemos antes oído. Tal vez los perros y rinocerontes y otros animales guiados por olfato huelen en colores. Y el argumento sería exactamente el mismo que para los murciélagos.
El Mundo Medio — el rango de tamaños y velocidades con el que hemos evolucionado para sentirnos intuitivamente cómodos — es un poco como el estrecho rango del espectro electromagnético que vemos como luz de varios colores. Somos ciegos a todas las frecuencias fuera de él, a menos que usemos instrumentos para ayudarnos. El Mundo Medio es el estrecho rango de realidad que juzgamos como normal, al contrario de la rareza de lo muy pequeño, lo muy grande y lo muy rápido. Podríamos hacer una escala similar de improbabilidades; nada es totalmente imposible. Los milagros son sólo eventos que son extremadamente improbables. Una estatua de mármol puede agitar su mano saludando; sus átomos, su estructura cristalina están vibrando de todas maneras. Debido a que hay tantos de ellos, y debido a que no hay acuerdo entre ellos en su dirección preferida de movimiento, el mármol, que vemos en el Mundo Medio, permanece inmóvil. Pero los átomos en la mano podrían de repente moverse de la misma manera al mismo tiempo, una y otra vez. En ese caso, la mano se movería y la veríamos como si saludara en el Mundo Medio. La probabilidad esta en contra, claro, es tan improbable que si comenzaras a escribir zeros en el momento del origen del universo, aún no habrías escrito suficientes ceros hoy.
La evolución en el Mundo Medio no nos ha equipado para manejar eventos muy improbables; no vivimos lo suficiente. En la inmensidad del espacio astronómico y el tiempo geológico, eso que parece imposible en el Mundo Medio podría resultar ser inevitable. Una manera de pensar esto es contando planetas. No sabemos cuántos planetas hay en el universo, pero un buen cálculo es de 10 a la 20 potencia, o 100 trillones Y eso nos da una buena forma de expresar nuestro calculo de la improbabilidad de la vida. Podríamos marcar algunos puntos a lo largo del espectro de imposibilidades, que se vería como el espectro electromagnético que acabamos de ver.
Si la vida ha surgido sólo una vez — Si la vida pudiera originarse una vez por planeta, podría ser muy común, o podría originarse una vez por estrella, o una vez por galaxia o tal vez sólo una vez en todo el universo, en cuyo caso tendría que ser aquí. Y en alguna parte aquí estaría la posibilidad de que una rana se convierta en príncipe y cosas mágicas similares. Si la vida surgió sólo en un planeta en todo el universo, ese planeta debe ser nuestro planeta, porque estamos aquí hablando de eso. Y eso significa que si queremos sacar ventaja de ello, podemos postular eventos químicos en el origen de la vida lo cual tiene una posibilidad tan baja como uno en 100 trillones. No creo que tendramos que sacar ventaja de eso, porque sospecho que la vida es más común en el universo. Y cuando digo común, aún podría ser tan rara que ninguna isla de vida jamás encuentre otra, que es un pensamiento triste.
¿Cómo debemos interpretar “más raro de lo que podemos suponer?” ¿Más raro de lo que en principio podemos suponer, o sólo más raro de los que podemos suponer, dadas las limitaciones del aprendizaje evolucionario de nuestro cerebro en el Mundo Medio? ¿Podríamos, por entrenamiento y práctica, emanciparnos del Mundo Medio y alcanzar una especie de intuición, así como comprensión matemática de lo muy pequeño y lo muy grande? Genuinamente no conozco la respuesta. Me pregunto si podríamos ayudarnos a comprender, digamos, teoría cuántica, si criamos niños utilizando juegos de computadora, comenzando en edad temprana, los cuales tengan una especie de mundo simulado de pelotas atravesando dos rendijas en una pantalla, un mundo en el que los extraños eventos de la mecánica cuántica fueran ampliados por la simulación de computadora, de modo que se vuelvan familiares en la escala del Mundo Medio. Y, similarmente, un juego de computadora relativista en el que los objetos en la pantalla manifiesten la Contracción de Lorenz, y así, para tratar de acostumbrarnos en la manera de pensar — de llevar a los niños a la manera de pensar en eso.
Quiero terminar aplicando la idea del Mundo Medio a nuestras percepciones de nosotros mismos. La mayoría de los científicos hoy suscriben a la visión mecanicista de la mente: somos como somos porque nuestros cerebros son forzados a ser como son; nuestras hormonas son como son. Seríamos diferentes, nuestro carácter sería diferente, si nuestra neuro-anatomía y nuestra química fisiológica fuera diferente. Pero los científicos somos inconsistentes. Si fuéramos consistentes, nuestra respuesta a un mal comportamiento, como un infanticida, debería ser algo como, esta unidad tiene un componente fallido; necesita reparación. Eso no es lo que decimos. Lo que decimos — e incluyo al más austeramente mecanicista de nosotros, que probablemente soy yo — lo que decimos es, “Vil monstruo, la prisión es demasiado buena para ti.” O peor, buscamos venganza, probablemente iniciando la siguiente fase en una ciclo creciente de contra-venganzas, lo cual vemos, por supuesto, por todo el mundo hoy. En breve, cuando pensamos como académicos, vemos a la gente como máquinas elaboradas y complicadas, como computadoras o autos, pero cuando volvemos a ser humanos nos comportamos más como Basil Fawlty, quien, recordemos, destruyó su auto para enseñarle una lección cuando no arrancó en la noche de gourmet. (risas)
La razón por la que personificamos las cosas como autos y computadoras es que así como los monos viven en un mundo arbóreo y los topos viven en un mundo subterráneo y los caminantes del agua en una planilandia de tensión superficial, vivimos en un mundo social. Nadamos en un mar de gente — una versión social del Mundo Medio. Evolucionamos para adivinar el comportamiento de otros volviéndonos brillantes psicólogos intuitivos. Tratando a las personas como máquinas puede ser científica y filosóficamente preciso, pero es una engorrosa pérdida de tiempo si quieres adivinar lo que hará una persona a continuación. La manera económicamente útil de pensar en una persona es tratarla como un agente decidido tras un objetivo con placeres y dolores, deseos e intenciones culpa y cargos. La personificación y la adjudicación de intenciones es una manera tan exitosa de pensar en los humanos, que no es sorprendente que el mismo software a menudo toma control cuando tratamos de pensar en entidades para las que no es apropiado, como Basil Fawlty con su auto o como millones de engañados con el universo en conjunto (risas)
Si el universo es más raro de lo que podemos suponer, ¿Es sólo porque fuimos seleccionados naturalmente para suponer sólo lo que necesitamos suponer para sobrevivir en el Pleistoceno de África? ¿O son nuestros cerebros tan versátiles y expandibles que podemos entrenarnos para escapar de la caja de nuestra evolución? O, finalmente, ¿Hay cosas en el universo tan raras que ninguna filosofía de cosas, sin importar que tan divinas, podría soñarlas? Muchas gracias.
Fuente: Ted, Ideas que vale la pena difundir [https://www.ted.com/talks/richard_dawkins_on_our_queer_universe]
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