William Li: Podemos matar de hambre al cáncer
Muchas de las más devastadoras enfermedades actuales –cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y Alzheimer, por nombras algunas– tienen un común denominador: problemas de angiogénesis, la capacidad del cuerpo de hacer crecer nuevos vasos sanguíneos capilares. Ya sea un crecimiento excesivo o insuficiente, se presentarán problemas serios de salud. Cuando investigaba bajo la supervisión de Judah Folkman, quien inició el estudio de la antiogénesis, Li notó que la medicina basada en angiogénesis ayudaba a la recuperación de los pacientes a través de la restauración del balance de crecimiento de los vasos sanguíneos.
Li es confundador de la Angiogenesis Foundation en 1994. Alrededor de 40,000 médicos han sido educados en este nuevo tratamiento.
Buenas tardes. Está sucediendo una revolución médica a nuestro alrededor, una revolución que nos va a ayudar a doblegar algunas de las enfermedades más temidas de la sociedad, incluso el cáncer. Y la revolución se llama angiogénesis, y se basa en el proceso que usa nuestro cuerpo para desarrollar vasos sanguíneos.
¿Por qué debemos preocuparnos por los vasos sanguíneos? Bueno, el cuerpo humano está literalmente repleto de ellos, son 96.000 km en un adulto típico. De punta a punta, eso formaría una línea que daría la vuelta al mundo dos veces. Los vasos sanguíneos más pequeños son llamados capilares. Tenemos 19 mil millones de ellos en nuestros cuerpos. Y estos son los vasos de la vida, y, como les voy a mostrar, también pueden ser los vasos de la muerte. Ahora bien, lo notable de los vasos sanguíneos es que tienen esta capacidad para adaptarse a cualquier entorno en el que crecen. Por ejemplo, en el hígado forman canales para desintoxicar la sangre. En el pulmón, recubren sacos de aire para el intercambio de gases. En los músculos, se arremolinan para que los músculos puedan contraerse sin cortar la circulación. Y en los nervios, avanzan como cables de alta tensión, manteniendo vivos a esos nervios. Y obtenemos la mayor parte de estos vasos sanguíneos cuando, en realidad, estamos todavía en el útero. Y eso significa que, de adultos, por lo general los vasos sanguíneos no crecen, salvo en algunas circunstancias particulares. En las mujeres, los vasos sanguíneos crecen mensualmente para construir el revestimiento del útero. Durante el embarazo, forman la placenta, que conecta a la mamá con el bebé. Y luego de una lesión, los vasos sanguíneos tienen que crecer bajo la cáscara para poder curar la herida. Y así es como se ve en realidad. Cientos de vasos sanguíneos que crecen todos hacia el centro de la herida.
De modo que el cuerpo puede regular la cantidad de vasos sanguíneos presentes en cada momento. Y esto se logra mediante un elaborado y elegante sistema de validaciones y contrapesos, estimuladores e inhibidores de la angiogénesis, de modo tal que, cuando necesitamos una breve ráfaga de vasos sanguíneos, el cuerpo puede hacer esto liberando estimuladores, proteínas llamadas “factores angiogénicos” que actúan como fertilizantes naturales y estimulan el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos. Y cuando los vasos sanguíneos ya no son necesarios, el cuerpo los poda hasta la línea de base mediante inhibidores naturales de la angiogénesis. Ahora bien, hay otras situaciones en que empezamos por debajo de la línea de base, y se necesitan más vasos sanguíneos para volver a los niveles normales. Por ejemplo, después de una herida. Y el cuerpo puede resolver eso también, pero sólo hasta ese nivel normal, ese punto fijo.
Pero lo que ahora sabemos es que, en varias enfermedades, hay defectos en el sistema, en los que el cuerpo no puede podar los vasos excedentes o no puede generar suficientes nuevos vasos sanguíneos en el lugar correcto en el momento adecuado. Y en estas situaciones, la angiogénesis se desbalancea. Y cuando la angiogénesis se desbalancea, el resultado es una miríada de enfermedades. Por ejemplo, la angiogénesis insuficiente, no hay suficientes vasos sanguíneos, conduce a heridas que no sanan, ataques cardíacos, piernas sin circulación, muerte por derrame cerebral, daño neurológico. Y, en el otro extremo, excesiva angiogénesis, demasiados vasos sanguíneos, lleva a enfermedades. Y vemos esto en cáncer, ceguera, artritis, obesidad, mal de Alzheimer. En total, hay más de 70 enfermedades graves, que afectan a más de mil millones de personas en el mundo, que aparentan en la superficie ser diferentes unas de otras, pero que todas en realidad comparten la angiogénesis anormal como común denominador. Y darnos cuenta de esto nos está permitiendo volver a conceptualizar la manera de abordar estas enfermedades mediante el control de la angiogénesis.
Ahora me voy a centrar en el cáncer porque la angiogénesis es un distintivo del cáncer de todo tipo de cáncer. Así que comencemos. Este es un tumor; masa oscura, gris, ominosa que crece dentro del cerebro. Y bajo el microscopio, uno puede ver cientos de estos vasos sanguíneos como manchas marrones, capilares que alimentan las células del cáncer, que les llevan oxígeno y nutrientes. Pero el cáncer no empieza así. Y, de hecho, el cáncer no empieza con suministro de sangre. Comienza como nidos microscópicos de células que pueden crecer sólo hasta medio milímetro cúbico. Eso equivale a la punta de un bolígrafo. No pueden crecer más que eso porque no tienen suministro de sangre, así que no tienen suficiente oxígeno o nutrientes.
Y, de hecho, probablemente formemos estos tipos de cáncer microscópicos todo el tiempo en nuestro cuerpo. Las autopsias de gente que muere en accidentes de tránsito han demostrado que el 40% de las mujeres comprendidas entre los 40 y 50 años tienen cánceres microscópicos en las mamas. Cerca del 50% de los hombres entre 50 y 60 años tienen cáncer de próstata microscópico. Y prácticamente el 100% de nosotros, cuando lleguemos a los setentas, tendremos cáncer microscópico en la tiroides. Sin embargo, sin suministro de sangre, la mayoría de estos cánceres nunca serán peligrosos. El Dr. Judah Folkman, que fue mi mentor, y fue el pionero del campo de la angiogénesis, una vez lo llamó “cáncer sin enfermedad”.
Así, la capacidad del cuerpo para balancear la angiogénesis, cuando funciona correctamente, evita que los vasos sanguíneos alimenten el cáncer. Y ese resulta ser uno de nuestros mecanismos de defensa más importantes contra el cáncer. De hecho, si uno realmente bloquea la angiogénesis y evita que los vasos sanguíneos lleguen a las células cancerígenas, los tumores sencillamente no pueden crecer. Pero una vez que ocurre la angiogénesis, el cáncer crece exponencialmente. Y de ese modo el cáncer pasa de ser inocuo a mortal. Las células del cáncer mutan y adquieren la capacidad de liberar muchos de esos factores angiogénicos, abonos naturales, que inclinan la balanza a favor de los vasos sanguíneos que invaden el cáncer. Y una vez que esos vasos invaden el cáncer, éste puede expandirse, puede tomar el tejido local. Y los mismos vasos sanguíneos que alimentan tumores, le permiten salir a las células cancerígenas a la circulación como metástasis. Y, por desgracia, esta última etapa del cáncer es aquella en la cual es más probable ser diagnosticado, cuando la angiogénesis ya está activada, y las células cancerosas crecen como maleza.
Entonces, si la angiogénesis es un punto de inflexión entre un cáncer inocuo y uno dañino, entonces gran parte de la revolución de la angiogénesis es un nuevo enfoque en el tratamiento del cáncer cortando el suministro de sangre. Llamamos a esto terapia antiangiogénica, y es totalmente diferente de la quimioterapia porque apunta selectivamente a los vasos sanguíneos que alimentan al cáncer. Y podemos hacer esto porque los vasos sanguíneos del tumor son, a diferencia de los vasos normales y saludables que vemos en otras partes del cuerpo. Son anormales; están muy mal construidos; y, por eso, son muy vulnerables a los tratamientos que los atacan. En efecto, cuando le damos a los pacientes de cáncer una terapia antiangiogénica aquí, una droga experimental para el glioma, que es un tipo de tumor cerebral, se puede ver que se producen cambios dramáticos cuando se corta la alimentación al tumor. Aquí hay una mujer con cáncer de mama que es tratada con el fármaco antiangiogénico llamado Avastin, aprobado por la FDA (ente regulador). Y se puede ver que el halo del flujo sanguíneo desaparece luego del tratamiento.
Bueno, les he mostrado sólo dos tipos de cáncer muy diferentes que responden ambos a la terapia antiangiogénica. Así que hace unos años me pregunté: “¿Podemos llevar esto un paso más lejos y tratar otros cánceres incluso en otras especies?” Este es un boxer de 9 años llamado Milo que tenía un tumor muy agresivo llamado neurofibroma maligno, que crecía en su hombro. Invadió sus pulmones. Su veterinario le dio sólo tres meses de vida. Por eso creamos un cóctel de fármacos antiangiogénicos que pudiera ser mezclado en su alimento de perro así como una crema antiangiogénicos que pudiera ser aplicada en la superficie del tumor. Y tras unas semanas de tratamiento, fuimos capaces de frenar el crecimiento del cáncer de modo que, al final, conseguimos prolongar la supervivencia de Milo 6 veces lo que habían predicho los veterinarios en un principio, todo con una muy buena calidad de vida.
Y posteriormente tratamos a más de 600 perros. Tenemos una tasa de respuesta de cerca del 60% y mejoramos la supervivencia de estas mascotas que estaban a punto de ser sacrificadas. Permítanme que les muestre un par de ejemplos aún más interesantes. Este es un delfín hembra de 20 años que vive en Florida, ella tenía estas lesiones en la boca que, en el transcurso de 3 años, se convirtieron en células de cáncer escamosas. Por eso creamos una pasta antiangiogénica. La hicimos colocar encima del cáncer 3 veces por semana. Y en el transcurso de 7 meses, los cánceres desaparecieron por completo, y las biopsias regresaron a lo normal.
Esto es un cáncer que crece en el labio de un cuarto de milla llamado Guinness. Es un tipo de cáncer muy, muy letal, llamado angiosarcoma. Ya se había expandido a sus ganglios linfáticos así que utilizamos una crema antiangiogénica para la piel del labio y un cóctel oral, de modo de tratarlo por dentro así como por fuera. Y en el transcurso de 6 meses, experimentó una remisión completa. Y aquí está 6 años después, Guiness, con su muy feliz dueña.
(Aplausos)
Ahora bien, obviamente la terapia antiangiogénica podría ser utilizada para una amplia variedad de cánceres. Y, de hecho, los tratamientos pioneros, tanto en personas como en perros, ya comienzan a estar disponibles. Hay 12 fármacos diferentes, 11 tipos de cáncer diferentes, pero la verdadera pregunta es: ¿Qué tan bien funcionan en la práctica? Aquí están los datos de supervivencia de pacientes de 8 tipos de cáncer diferentes. Y las barras representan el tiempo de supervivencia tomado desde la era en que sólo había disponible quimioterapia, cirugía, o radiación. Pero a partir de 2004, cuando aparecieron por primera vez las terapias antiangiogénicas, bien, se puede ver que ha habido de un 70% a un 100% de mejora en la supervivencia para la gente con cáncer de riñón, mieloma múltiple, cáncer colorrectal y tumores del estroma gastrointestinal. Eso es impresionante. Pero para otros tumores y tipos de cáncer, las mejoras han sido sólo modestas.
Así que empecé a preguntarme: “¿Por qué no hemos sido capaces de hacerlo mejor?” Y la respuesta, para mí, es obvia; estamos tratando el cáncer demasiado tarde en el juego, cuando ya está establecido, y, muchas veces, ya está extendido o ha hecho metástasis. Y como médico sé que, una vez que la enfermedad progresa a una fase avanzada, lograr una cura puede ser difícil, si no imposible. Así que volví a la biología de la angiogénesis y comencé a pensar: ¿Podría ser la respuesta al cáncer impedir la angiogénesis, ganándole al cáncer a su propio juego de modo que nunca pueda llegar a ser peligroso? Esto podría ayudar a las personas sanas así como a personas que ya han vencido al cáncer una o dos veces y quieren encontrar una manera de evitar que regrese. Así que buscando una manera de prevenir la angiogénesis en el cáncer, volví a mirar las causas del cáncer. Y lo que realmente me intrigó fue cuando vi que la dieta representa del 30% al 35% de los cánceres producidos por el entorno.
Ahora, lo lógico es pensar ¿qué podría eliminar de la dieta, qué se debe retirar, quitar? Pero en realidad adopté un enfoque totalmente opuesto y comencé a preguntarme: ¿Qué podríamos agregar a la dieta que sea naturalmente antiangiogénico que pueda estimular al sistema inmunológico y hacer retroceder los vasos sanguíneos que están alimentando el cáncer? En otras palabras, ¿podemos comer para que el cáncer muera de hambre? Bueno, la respuesta es sí. Y les voy a mostrar cómo. Nuestra búsqueda nos ha llevado al mercado, a la granja y a las especias porque lo que hemos descubierto es que la madre naturaleza ha dotado a un gran número de alimentos, bebidas e hierbas con inhibidores naturales de la angiogénesis.
He aquí un sistema de análisis que hemos desarrollado. En el centro hay un anillo del cual cientos de vasos sanguíneos están creciendo en forma de estrella. Y podemos utilizar este sistema para poner a prueba los factores dietéticos en concentraciones que se obtienen al comer. Así que voy a enseñar lo que pasa cuando ponemos un extracto de uva morada. El ingrediente activo es el resveratrol. También se encuentra en el vino tinto. Esto inhibe la angiogénesis anormal en un 60%. Esto es lo que pasa cuando añadimos un extracto de frutillas. Se inhibe de forma potente de la angiogénesis. Y extracto de semillas de soja. Y aquí está una lista creciente de nuestros alimentos y bebidas antiangiogénicos que nos interesa estudiar. Y para cada tipo de alimento creemos que hay diferentes potencias dentro de las diferentes cepas y varietales. Y queremos medir esto porque, bien, mientras uno come una frutilla o toma un té, ¿por qué no elegir el que sea más potente para prevenir el cáncer?
Así que aquí hay cuatro diferentes tés que hemos probado. Son todos los comunes, jazmín chino, sencha japonés, Earl Grey y una mezcla especial que hemos preparado. Y se puede ver con claridad que los tés varían en su potencia de menos potente a más potente. Pero lo que es muy cool es cuando realmente combinamos los dos tés menos potentes juntos la combinación, la mezcla, es más potente que cada uno solo. Esto significa que hay una sinergia de alimentos.
He aquí algunos datos más de nuestros ensayos. Ahora, en el laboratorio, simulamos la angiogénesis tumoral representada aquí con una barra negra. Y usando este sistema podemos probar la potencia de las drogas contra el cáncer. Así que cuanto más corta la barra menos angiogénesis, eso es bueno. Y aquí hay algunos medicamentos comunes que se han asociado con la reducción del riesgo de cáncer en las personas. Las estatinas, fármacos antiinflamatorios no esteroideos y algunos otros, ellos también inhiben la angiogénesis. Y aquí están los factores dietéticos comparados cabeza a cabeza contra estas drogas. Pueden ver que claramente se defienden y, en algunos casos, son más potentes que los fármacos. La soja, el perejil, el ajo, las uvas, las bayas, podría ir a casa y cocinar una comida sabrosa con estos ingredientes. Así que imagínen si pudiéramos crear el primer sistema de clasificación del mundo en el que pudiéramos puntuar los alimentos de acuerdo a sus propiedades antiangiogénicas en la prevención del cáncer. Y eso es lo que estamos haciendo ahora.
Ahora les he mostrado un montón de datos de laboratorio, y la verdadera pregunta es: ¿Cuál es la evidencia en las personas de que el consumo de ciertos alimentos puede reducir la angiogénesis en el cáncer? Bueno, el mejor ejemplo que conozco es un estudio de 79.000 hombres, seguidos durante 20 años, en el que se encontró que los hombres que consumen tomates cocidos dos o tres veces a la semana tenían una reducción de hasta un 50% en el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Ahora, sabemos que los tomates son una buena fuente de licopeno, y el licopeno es antiangiogénico. Pero lo que es aún más interesante de este estudio es que esos hombres que si desarrollaron cáncer de próstata, los que comieron más porciones de salsa de tomate en realidad tenían menos vasos sanguíneos alimentando su cáncer. Así que este estudio en seres humanos es un buen ejemplo de cómo las sustancias antiangiogénicas presentes en los alimentos y consumidas en niveles prácticos pueden tener un impacto sobre el cáncer. Y ahora estamos estudiando el rol de una dieta saludable con Dean Ornish, UCSF y la Universidad de Tufts sobre el papel de esta dieta saludable en los marcadores de angiogénesis que podemos encontrar en el torrente sanguíneo.
Ahora, obviamente, lo que he compartido con Uds tiene algunas implicaciones de largo alcance incluso más allá de la investigación del cáncer. Porque si estamos en lo cierto, podría impactar en la educación de los consumidores, los servicios de alimentación, la salud pública e incluso la industria de seguros. Y, de hecho, algunas compañías de seguros ya están empezando a pensar en este sentido. Miren este anuncio de Blue Cross Blue Shield de Minnesota. Y para muchas personas en todo el mundo la prevención del cáncer a través de la dieta puede ser la única solución práctica porque no todos pueden permitirse costosos tratamientos contra el cáncer en etapa terminal, pero todo el mundo podrían beneficiarse de una dieta sana, basada en cultivos locales, sostenibles y antiangiogénicos.
Ahora, finalmente, les hablé de los alimentos, y les hablé del cáncer, así que hay una enfermedad más de la que quiero hablarles y es la obesidad. Porque resulta que el tejido adiposo, la grasa, es altamente dependiente de la angiogénesis. Y, como un tumor, la grasa crece cuando los vasos sanguíneos crecen. Así que la pregunta es: ¿Podemos reducir la grasa cortando el suministro de sangre? Así que la curva superior muestra el peso corporal de un ratón genéticamente obeso que come sin parar, hasta que se pone gordo como esta pelota de tenis peluda. Y la curva inferior es el peso de un ratón normal.
Si uno toma el ratón obeso y le da un inhibidor de la angiogénesis, pierde peso. Si uno detiene el tratamiento, gana peso. Uno reinicia el tratamiento, pierde peso otra vez. Si uno detiene el tratamiento, gana peso otra vez. Y, de hecho, uno puede alternar el peso hacia arriba y hacia abajo simplemente por la inhibición de la angiogénesis. Así que este enfoque que estamos abordando para la prevención del cáncer también puede tener aplicación para la obesidad. La realidad, lo verdaderamente interesante de esto es que no podemos tomar estos ratones obesos y hacerles perder más peso de lo que el peso normal del ratón se supone que es. En otras palabras, no podemos crear ratones supermodelo. (Risas) Y esto habla del papel de la angiogénesis en la regulación de los puntos de control sanos.
Albert Szent-Gyorgi dijo una vez que “El descubrimiento consiste en ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie ha pensado”. Espero haberlos convencido de que, para el cáncer, la obesidad y otras enfermedades, que puede haber una gran potencia en atacar su común denominador, al angiogénesis. Y eso es lo que creo que el mundo necesita ahora. Gracias.
(Aplausos)
June Cohen: Así que estas drogas no son exactamente… no son exactamente los principales tratamientos contra el cáncer en este momento. Para cualquier persona que tiene cáncer, ¿Qué le recomendaría? ¿Usted recomienda la búsqueda de estos tratamientos ahora, a la mayoría de los pacientes de cáncer?
William Li: Existen tratamientos antiangiogénicos aprobados por la FDA. Y si Ud es un paciente de cáncer o trabaja para uno o aboga por uno, debería preguntar por ellos. Y hay muchos ensayos clínicos. La Angiogenesis Foundation está siguiendo más de 300 empresas, y hay cerca de 100 otras drogas más en trámite. Así que consideren las aprobadas, busquen ensayos clínicos, pero luego de lo que el médico puede hacer por uno, tenemos que empezar a preguntarnos qué podemos hacer por nosotros mismos. Y este es uno de los temas de los que estoy hablando es que nosotros mismos tenemos el poder para hacer las cosas que los médicos no pueden hacer por nosotros, que consiste en utilizar el conocimiento y tomar medidas. Y si la madre naturaleza nos ha dado algunas pistas, pensamos que podría haber un nuevo futuro en el valor de lo que comemos. Y lo que comemos es realmente nuestra quimioterapia 3 veces al día.
JC: Así es. Y en ese sentido, para las personas que podrían tener factores de riesgo de cáncer, ¿recomendaría Ud seguir alguna clase de tratamiento profiláctico o simplemente seguir la dieta adecuada con gran cantidad de salsa de tomate?
WL: Bueno, ya sabes, hay una abundante evidencia epidemiológica. Y creo que en la era de la información, no se necesita mucho tiempo para ir a una fuente digna de crédito como Pubmed, la Biblioteca Nacional de Medicina, en busca de estudios epidemiológicos para la reducción de riesgo de cáncer en base a dietas y a medicamentos comunes. Y eso es ciertamente algo que cualquiera puede investigar.
JC: Ok. Bueno, muchas gracias.
(Aplausos)
Tomado íntegro de Ted, Ideas que vale la pena difundir.
Traducido por Sebastian Betti
Revisado por José Fernández Calvo
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