Alain de Botton

Alain de Botton

Una de las formas más comunes de dividir al mundo es en creyentes y no creyentes, en religiosos y ateos. Más o menos en la última década ha quedado muy claro qué significa ser ateo. Algunos ateos han vociferado señalando que la religión no sólo está mal sino que es algo ridículo. Estas personas, muchos han vivido en el norte de Oxford, han dicho… han argumentado que creer en Dios es como creer en las hadas y, en esencia, que todo es un juego de niños.

Creo que es demasiado fácil. Es demasiado fácil desestimar toda la religión de esa forma. Es tan fácil como pescar en un estanque. Pero hoy quisiera inaugurar una nueva forma de ateísmo, si se quiere, una nueva versión de ateísmo que podríamos llamar Ateísmo 2.0. ¿Qué es el Ateísmo 2.0? Bueno, se parte de una premisa muy básica: Dios no existe. Claro, no existen deidades, entes supernaturales, ángeles, etc. Pero continuemos, ahí no termina la historia, ahí recién empieza.

Me interesa esa suerte de circunscripción que sostiene: “No creo en nada de esto. No creo en las doctrinas. Pienso que no es correcto. Pero, un gran pero: “Me encantan los villancicos de Navidad. Me gusta mucho el arte de Mantegna. Me gusta ver los templos antiguos. Me gusta pasar las páginas del Antiguo Testamento”. Sea lo que sea, saben a lo que me refiero; personas que se sienten atraídas por el ritual, por el aspecto moralista, comunitario de la religión, pero que no soportan la doctrina. Hasta ahora estas personas se han visto ante una elección desagradable. O se acepta la doctrina y uno accede a todo lo bueno o se rechaza la doctrina y uno vive en una especie de páramo espiritual guiado por la CNN y el portal de ventas Walmart.

Por eso, es una elección difícil. Pienso que no hay obligación de elegir. Pienso que hay una alternativa. Pienso que hay maneras, muy respetuosas y a la vez totalmente irreligiosas, de robar a las religiones. Si uno no cree en una religión no tiene nada de malo tomar cosas y combinarlas extrayendo lo mejor de la religión. Para mí, el Ateísmo 2.0 trata de, como digo, con respeto e irreligiosidad abordar las religiones bajo la premisa de qué podemos usar. El mundo secular está lleno de vacíos. Hemos secularizado mal, diría yo. Un estudio profundo de la religión podría darnos todo tipo de ideas sobre áreas de la vida que no van demasiado bien. Y hoy me gustaría exponer algo de eso.

Me gustaría empezar con la educación. La educación es un campo en el que el mundo secular realmente cree. Cuando pensamos cómo hacer de este mundo un lugar mejor pensamos en la educación; allí ponemos mucho dinero. La educación no sólo nos brindará habilidades comerciales e industriales sino que nos hará mejores personas. Ya saben, los discursos y las ceremonias de graduación, esa reivindicación lírica de que la educación, particularmente la educación superior, nos hará más nobles y mejores seres humanos. Esa es una idea encantadora, de origen interesante.

A principios del siglo XIX la asistencia al templo en Europa occidental empezó a decaer muy abruptamente, y el pánico cundió entre las personas. Comenzaron a preguntarse: ¿dónde encontrarán la moralidad estas personas?, ¿dónde encontrarán orientación?, ¿dónde encontrarán fuentes de consuelo? Y a las voces influyentes se le ocurrió una respuesta. Dijeron en la cultura. Deberíamos mirar la cultura en busca de orientación, de consuelo, de moral. Veamos las obras de Shakespeare, los diálogos de Platón, las novelas de Jane Austen. Allí encontraremos muchas de las verdades que quizá antes se habían visto en el Evangelio de San Juan. Pienso que esa es una idea muy hermosa y muy cierta. Querían sustituir escrituras con cultura. Esa es una idea muy plausible, que ha sido olvidada.

Si uno fuera a una universidad prestigiosa, digamos Harvard, Oxford o Cambridge, y dijera: “He venido aquí en busca de moralidad, orientación y consuelo; quiero saber cómo vivir”, nos mandarían al psiquiátrico. Los mejores centros de educación superior no están para eso. ¿Por qué? Porque piensan que no hace falta. Piensan que no necesitamos una asistencia apremiante. Nos ven como adultos, adultos racionales. Necesitamos información. Necesitamos datos, no ayuda.

Mientras que las religiones parten de una premisa muy diferente. Las religiones, las principales, en varios aspectos nos toman por niños. Y como tales creen que necesitamos mucha asistencia. Sólo estamos uniendo ambas cosas. Quizá sea sólo mi opinión, quizá la compartan. Como sea, las estamos uniendo. Y necesitamos ayuda. Claro que la necesitamos. Necesitamos orientación y aprendizaje didáctico.

En el siglo XVIII, en el Reino Unido, el mejor predicador religioso era un hombre llamado John Wesley, que recorrió el país de punta a punta dando sermones recomendando a la gente cómo vivir. Daba sermones sobre los deberes de los padres a sus hijos y de los hijos a sus padres, los deberes de los ricos hacia los pobres y viceversa. Trataba de decirle a las personas cómo vivir, con sus sermones, el medio clásico de comunicación de las religiones.

Hemos renunciado a la idea del sermón. Si uno le dice a un liberal individualista moderno “Oye, ¿qué tal un sermón?” dirán: “No, no. No lo necesito. Soy un individuo independiente”. ¿Cuál es la diferencia entre un sermón y nuestro modo secular moderno, la conferencia? Bueno, un sermón quiere cambiarnos la vida y una conferencia quiere darnos un poco de información. Pienso que tenemos que recuperar esa tradición del sermón. La tradición de los sermones es muy valiosa porque necesitamos orientación, moralidad y consuelo; y la religión sabe de eso.

Otro punto sobre la educación: en el mundo secular moderno tendemos a creer que si le decimos algo a alguien una vez, lo recordará siempre. Siéntenlos en un aula, cuéntenles de Platón a los 20 años, que hagan una carrera en la consultoría de gestión durante 40 años, y recordarán esa lección siempre. Las religiones dicen: “Tonterías. Hay que repetir la lección 10 veces al día. Arrodíllense y repítanla”. Eso nos dicen todas las religiones: “Arrodíllate y repite eso 10, 15 o 20 veces al día”. Si no, las mentes son como tamices.

Por eso las religiones son culturas de repetición. Reciclan las grandes verdades una y otra vez. Nosotros asociamos repetición con aburrimiento. “Danos lo nuevo”, decimos siempre. “Lo nuevo es mejor que lo viejo”. Si les dijera: “Bien, no tendremos un nuevo TED. Repasaremos los viejos videos, los miraremos cinco veces porque son muy verdaderos. Miraremos Elizabeth Gilbert cinco veces porque lo que dice es muy inteligente”, se sentirían engañados. O no tanto si adoptan una mentalidad religiosa.

Otra cosa de las religiones es que organizan el tiempo. Las religiones principales tienen calendarios. ¿Qué es un calendario? Un calendario es una manera de asegurar que durante el año nos toparemos con ciertas ideas muy importantes. En la cronología católica, el calendario católico, a fines de marzo se piensa en San Jerónimo y en sus cualidades de humildad, bondad y en su generosidad con los pobres. Uno no lo hará por accidente, lo hará porque nos llevan a hacerlo. Nosotros no pensamos así. En el mundo secular pensamos: “Si una idea es importante, nos toparemos con ella. Se nos cruzará”. Tonterías, dice el mundo religioso. La religión dice: necesitamos calendarios, estructurar el tiempo, tenemos que sincronizar encuentros. Esto aparece del mismo modo que los rituales en las religiones en torno a sentimientos importantes.

Miremos la luna. Es muy importante mirar la luna. Cuando miramos la luna pensamos: “Soy muy pequeño. ¿Cuáles son mis problemas?” Eso pone las cosas en perspectiva, etc., etc. Deberíamos mirar la luna más seguido. No lo haremos. ¿Por qué no? Nada nos dice: “Miren la luna”. Pero si somos budistas zen, a mediados de septiembre, nos ordenarán salir de casa, pararnos en una plataforma canónica y celebrar el festival de Tsukimi donde nos darán poemas para leer en honor a la luna, al paso del tiempo, y a la fragilidad de la vida; eso debería recordarnos. Nos darán tortas de arroz. La luna y la reflexión sobre la luna tendrá un lugar seguro en nuestros corazones. Eso es muy bueno.

Otra cosa de las religiones es hablar bien. No lo estoy haciendo muy bien hoy pero la oratoria es un factor clave para las religiones. En el mundo secular podemos pasar por el sistema universitario siendo pésimos oradores y hacer una gran carrera. Pero las religiones no piensan así. Lo que decimos tiene que estar respaldado por una forma realmente convincente de decirlo.

Si vamos a una iglesia pentecostal afroamericana del sur de EEUU y los escuchamos hablar, ¡Dios mío, qué bien hablan! Después de cada parte convincente, la gente dice: “Amén, amén, amén”. Y al final de un párrafo muy conmovedor, todos se pararán, y dirán: “Gracias Jesús, gracias Cristo, gracias Salvador”. Si hiciéramos como ellos, no lo hagamos, pero si lo hiciéramos, yo diría: “La cultura debería sustituir las escrituras”. Y Uds. dirían: “Amén, amén, amén”. Y al final de mi charla, Uds. se pararían y dirían: “Gracias Platón, gracias Shakespeare, gracias Jane Austen”. Y sabemos que lograríamos verdadero ritmo. Correcto, correcto. Estamos llegando, estamos llegando.

(Aplausos)

Otra cosa que saben las religiones es que no sólo somos mente, también somos cuerpo. Y cuando nos enseñan una lección lo hacen con el cuerpo. Por ejemplo, tomemos la idea judía del perdón. A los judíos les interesa mucho el perdón y cómo empezar otra vez de nuevo. No nos dan sólo sermones sobre eso. No sólo nos dan libros o palabras. No dicen que nos bañemos. En las comunidades judías ortodoxas, los viernes hay que ir a una Mikve. Uno se sumerge en el agua y una acción física respalda una idea filosófica. No solemos hacer eso. Las ideas van por un lado y el comportamiento y el cuerpo por otro. Las religiones combinan ambas cosas de manera fascinante.

Ahora miremos el arte. El arte es algo que en el mundo secular tenemos en alta estima. Pensamos que el arte es muy, muy importante. Gran parte del dinero excedente va a museos, etc. A veces escuchamos decir que los museos son nuestras nuevas catedrales, nuestros templos. Lo deben haber escuchado. Pienso que el potencial está allí pero nos hemos decepcionado por completo. Y la razón por la que nos hemos decepcionado es que no hemos estudiando adecuadamente cómo manejan el arte las religiones.

Dos ideas muy malas que se ciernen sobre el mundo moderno que inhiben nuestra capacidad de sacar fuerzas del arte. La primera idea es que el arte es por amor al arte -una idea ridícula- que el arte debe vivir en una burbuja hermética y no debe hacer nada con este mundo atribulado. Estoy totalmente en contra. Otra cosa que creemos es que el arte debe ser autoexplicativo, que el artista no debería decir qué hace, porque, de hacerlo, podría destruir el hechizo y podríamos encontrarlo demasiado fácil. Por eso, algo muy común cuando estamos en un museo -admitámoslo- es pensar: “No sé de qué se trata”. Pero si somos gente seria, no lo admitimos. Pero ese sentimiento de desconcierto es estructural al arte contemporáneo.

Las religiones tienen una actitud mucho más sana con el arte. No tienen problema en decirnos de qué se trata el arte. En las religiones principales el arte tiene que ver con dos cosas. Primero, trata de recordarnos qué es amar. Segundo, trata de recordarnos qué hay que temer y odiar. Eso es el arte. El arte es un encuentro visceral con las ideas más importantes de la fe. Así, al recorrer un templo, o una mezquita, o una catedral, uno trata de imbuirse por los ojos, por los sentidos, de verdades que de otro modo vendrían por la mente.

En esencia es propaganda. Rembrandt es un propagandista para los cristianos. Pero la palabra “propaganda” dispara una alarma. Nos remite a Hitler, a Stalin. No necesariamente. La propaganda es una forma de didáctica en honor a algo. Y si algo es bueno, no hay ningún problema.

Opino que los museos deberían aprender una lección de los libros de religión. Deberían asegurarse de que cuando recorremos un museo -si fuera conservador de museo- haría un espacio para el amor, un espacio para la generosidad. Todas las obras de arte nos hablan de cosas. Y si pudiéramos organizar los espacios donde encontrar obras, donde se nos explicara cómo entender esas obras, para consolidar ideas en nuestra mente, extraeríamos mucho del arte. El arte retomaría la tarea que solía cumplir y que hemos descuidado debido a ciertas ideas erradas. El arte debería ser una herramienta para mejorar la sociedad. El arte debería ser didáctico.

Pensemos otra cosa. En el mundo moderno, en el mundo secular, las personas interesadas en las cuestiones del espíritu, en cuestiones de la mente, en cuestiones elevadas del alma, suelen ser personas aisladas. Son poetas, filósofos, fotógrafos, cineastas. Y tienden a estar solos. Son industrias artesanales. Son personas vulnerables, solas. Se deprimen y entristecen. Y no cambian demasiado.

Ahora, pensemos en las religiones organizadas. ¿Qué hacen las religiones organizadas? Se agrupan, forman instituciones. Y eso tiene todo tipo de ventajas. En primer lugar, la escala, la fuerza. La Iglesia Católica obtuvo US$ 97 000 millones el año pasado según el Wall Street Journal. Son máquinas enormes. Colaboran, tienen una marca, son multinacionales y tienen mucha disciplina.

Son cualidades muy buenas. Las reconocemos en relación a las empresas. Y las empresas se parecen en muchas cosas a las religiones salvo que están en la base de la pirámide de las necesidades. Nos venden zapatos y coches. Mientras que las personas que nos venden las cosas elevadas -terapeutas, poetas- están a su suerte, no tienen poder, no tienen fuerza. Las religiones son el mejor ejemplo de institución que brega por las cosas de la mente. Podemos no estar de acuerdo con lo que quieren enseñarnos pero podemos admirar el modo institucional en que lo hacen.

Los libros por sí solos, escritos por individuos solitarios, no cambiarán nada. Tenemos que agruparnos. Si queremos cambiar el mundo, tenemos que agruparnos, tenemos que colaborar. Eso hacen las religiones. Son multinacionales, como digo, tienen marca, tienen una identidad clara, por eso no se pierden en un mundo ocupado. Podemos aprender de eso.

Para concluir quiero decirles que para muchos de Uds., que operan en distintos campos, hay algo que aprender del ejemplo de la religión incluso si no creen en nada de eso. Si participan de algo comunal, que concentra a mucha gente, la religión tiene cosas para Uds. Si participan, digamos, en el sector de viajes vean las peregrinaciones. Observen las peregrinaciones. Recién empezamos a rascar la superficie del potencial de los viajes porque no hemos visto lo que hacen las religiones con los viajes. Si están en el mundo del arte miren el ejemplo de las religiones en el arte. Y si son educadores de algún tipo miren cómo difunden las ideas las religiones. Puede que no estén de acuerdo con las ideas pero, Dios mío, son mecanismos muy eficientes.

Por eso termino diciendo que pueden no estar de acuerdo con la religión pero al final las religiones son tan sutiles y complicadas, tan inteligentes en cierto modo, que no deben dejarse solos a los religiosos; nos sirven a todos.

Muchísimas gracias.

(Aplausos)

Chris Anderson: esta es una charla valiente porque te expones, en cierta forma, a ser ridiculizado por algunos sectores.

AB: Pueden pegarte por ambos lados. Pueden pegarte los ateos recalcitrantes y los creyentes acérrimos.

CA: En cualquier momento llegan misiles del norte de Oxford.

AB: Así es.

CA: Pero te has saltado un aspecto de la religión que muchas personas podrían decir que podrías incluir y es ese sentido que es quizá lo más importante, para alguien religioso, de la experiencia espiritual, esa especie de conexión con algo que es más grande que uno. ¿Hay lugar para esas experiencias en el Ateísmo 2.0?

AB: Por supuesto. Yo, como muchos de Uds., conozco gente que dice: “¿No habrá algo más grande que nosotros, algo más?” Les digo: “Por supuesto”. Y dicen: “¿Eres un poco religioso? Y digo: “No”. ¿Por qué ese sentido del misterio, sentir esa escala vertiginosa del universo, debe ir acompañado por un sentimiento místico? La ciencia y la observación provocan ese sentimiento sin eso así que no siento la necesidad. El universo es gigante y nosotros pequeñitos sin necesidad de más superestructuras religiosas. Uno puede tener los llamados ‘momentos espirituales’ sin creer en el espíritu.

CA: Voy a hacer una pregunta. ¿Cuántos de los presentes dirían que la religión es importante para Uds.? ¿Hay algún proceso equivalente que conlleve algún tipo de puente entre lo que estamos hablando y lo que les dirías?

AB: Yo diría que hay muchas lagunas en la vida secular que se pueden conectar. No se trata, como trataba de sugerir, no se trata de tener religión y tener que aceptar todo tipo de cosas, o no tener religión y estar desconectado de estas cosas tan buenas. Es muy triste que digamos constantemente: “No creo, por ende no tengo comunidad, estoy fuera de la moralidad y no puedo ir a un peregrinaje”. Uno diría: “Tonterías. ¿Por qué no?” Y ese es realmente el sentido de mi charla. Podemos absorber mucho. El ateísmo no debe aislarse de las ricas fuentes de la religión.

CA: Me parece que hay muchas personas en la comunidad TED que son ateos. Pero quizá muchos piensen que la religión no va a desaparecer a corto plazo y quieren encontrar el lenguaje para un diálogo constructivo y sentir que podemos hablar unos con otros y al menos tener algunas cosas en común. ¿Somos tontos al ser optimistas sobre la posibilidad de un mundo en el que en vez de tener la religión como gran divisor de aguas pudiera tender puentes?

AB: No, tenemos que ser corteses con las diferencias. La cortesía es una virtud que se pasa por alto. Se la ve como hipocresía. Pero tenemos que llegar al punto en que si uno es ateo y alguien dice: “Sabes, el otro día recé” uno lo ignore cortésmente. Continuamos. Porque compartimos el 90% de las cosas, tenemos una mirada compartida en tantas cosas, diferimos cortésmente. Creo que es algo que las guerras religiosas han ignorado. Han ignorado la posibilidad de un desacuerdo armonioso.

CA: Por último, esto que propones que no es una religión, sino otra cosa, ¿requiere un líder? ¿Te postulas a papa?

(Risas)

AB: Bueno, si hay algo de lo que sospechamos es de los líderes individuales. No hacen falta. He intentado establecer un marco y espero que las personas lo completen. He esbozado una especie de marco general. Pero si te dedicas a los viajes, haz la parte de los viajes. Si estás en algo comunal, observa la religión y haz la parte comunitaria. Es un proyecto de wiki.

(Risas)

CA: Alain, gracias por provocar muchas conversaciones.

(Aplausos)

Artículo tomado íntegro de Ted, ideas que vale la pena difundir.