La “fiebre del oro” amenaza la selva sudamericana

El artículo destaca el crecimiento en el impacto ambiental de la minería de oro en algunas de las regiones con mayor diversidad biológica en los trópicos.

fiebredeloroInvestigadores de la Universidad de Puerto Rico han demostrado que entre 2001 y 2013, se han perdido alrededor de 1680 km2 de selvas en Sudamérica como resultado de la minería de oro, misma que ha crecido de 377 km2 a 1303 km2 desde la crisis económica global de 2007.

Además, cerca del 90% de esta pérdida de selvas ocurrió en sólo cuatro áreas, y una gran proporción ocurrió cerca de áreas de conservación.

La autora líder de la investigación Nora L. Álvarez Berrios dijo, “Si bien la pérdida de selva debido a la minería es menor en extensión cuando se compara con la deforestación ocasionada por otro tipo de usos del suelo, como para agricultura o pastura; la deforestación debido a la minería está ocurriendo en uno de las regiones con mayor diversidad biológica en los trópicos. Por ejemplo en la región Madre de Dios en Perú, una hectárea de selva puede albergar hasta 300 especies de árboles”.

La producción global de oro ha aumentado de 2445 toneladas métricas en el año 2000, a 2770 toneladas métricas en 2013 para satisfacer la demanda creciente impulsada por el consumo personal y la incertidumbre en los mercados financieros globales.

El aumento en la demanda de oro ha sido paralelo al dramático incremento de su precio, que ha ido de 250 dólares por onza en el año 2000, a 1300 dólares por onza en 2013.

Esto ha estimulado nuevas actividades de minería de oro alrededor del mundo y ha hecho posible que se minen áreas que antes no eran redituables, como los depósitos bajo las selvas tropicales.

Esto puede llevar a una gran pérdida de selva, y resultar en impactos ambientales y ecológicos serios originados por la eliminación de la vegetación, la creación de caminos y vías ferroviarias para acceso y la creación de asentamientos desorganizados.

Algunos de los impactos a largo plazo incluyen imposibilitar la regeneración de la vegetación, alterar los patrones pluviales, la pérdida permanente de biodiversidad, y la liberación de CO2 a la atmósfera.

En su estudio, los investigadores buscaron cuantificar el impacto de las minas de oro en los bosques tropicales al crear una base de datos geográfica que destacaba la ubicación de minas nuevas entre los años 2000 y 2013.

Luego se comparó esa base de datos con los mapas de cobertura del suelo anuales que muestran el cambio en la selva durante el mismo periodo.

El estudio abarcó el bioma de pluvisilva en Sudamérica debajo de los 1000 m, cubriendo así Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam, Guyana Francesa, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia.

Los resultados mostraron que a lo largo del periodo de 13 años, el 89% de la pérdida de selva ocurrió en sólo cuatro regiones: la ecoregión de pluvisilva de Guyana, la ecoregión de pluvisilva del suroeste amazónico, la ecoregión de pluvisilva de Tapajós-Xingú, y la región de Magdalena Valle-Urabá.

Pese a que hubo poca deforestación dentro de las áreas estrictamente protegidas, cerca de un tercio de la deforestación total ocurrió dentro de una zona de amortiguación de 10 km alrededor de estas áreas, por lo que de cualquier manera se vieron afectadas por los contaminantes químicos dañinos que se dispersaron de un área minera.

“Para aminorar la cantidad de deforestación que ocurre como resultado de la minería de oro en las selvas, es importante crear conciencia entre los consumidores de oro, para que entiendan los impactos ambientales y sociales que tiene la compra de joyería de oro o invertir en él.

“También es importante alentar la creación de métodos de extracción más responsables para ayudar a los mineros a extraer oro de una manera más eficiente y así evitar más daños a las selvas”, añadió Álvarez Berrios.

Fuente: http://iopscience.iop.org/1748-9326/10/1/014006/article