La paradoja de Fermi es la contradicción aparente entre dos estimados altos de la probabilidad de la existencia de civilizaciones extraterrestres y la no evidencia para confirmarlo, o no contacto con tales civilizaciones. Tal y como lo preguntó Enrico Fermi: ¿Y dónde están todos?
Una respuesta es que alguna de la vida extraterrestre es lo suficientemente avanzada como para realizar viajes intraestelares o la comunicación debe ser muy rara, ya que de otra manera podríamos tener evidencias ya ahora. Este hecho se toma algunas veces como evidencia indirecta de la improbabilidad de la evolución de la vida en nuestro universo.
Adrian Kent, de la Universidad de Cambridge, sugirió en un estudio el 4 de abril que existen dos razones alternas de por qué no tenemos noticias sobre tales civilizaciones:
- 1. Las especies inteligentes pueden tener un miedo razonable de los peligros de darse a conocer y por lo tanto se inclinan hacia la discreción -La Conjetura de Indetectatibilidad, sugerida por Beatriz Gato-Rivera en otro estudio.
- 2. Fortalecimiento del argumento siguiente: La selección evolutiva, al actuar en escala cósmica, tiende a extinguir a las especies que se dan a conocer a sí mismos y a su habitats.
Kent concluye con una observación: “A menudo parece estar implícitamente implicado, y algunas veces explícitadamente discutido, que colonizar o explotar los recursos de otros planetas y otros sistemas solares solucionarán nuestros problemas cuando los recursos terrestres no puedan ya sostener nuestro nivel de consumo. Quizá valdría más la pena que existen en realidad límites a los territorios que podemos colonizar de manera segura y considerar si es posible y de qué manera evolucionar hacia una forma de vida que sea sostenible o casi sostenible de manera indefinida por los recursos propios de nuestro sistema solar”.
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