La mayoría de los comentarios de PZ Myers, publicados en Pahryngula en agosto 17, 2010, no merecen una respuesta, pero quiero dejar en claro que él confunde deliberadamente mi tesis.

Para quien no lo sepa, he dicho que seremos capaces de aplicar ingeniería reversa al cerebro de manera tal que podemos entender sus principios de operación en un lapso de dos décadas, no una década, como lo reporta Myers.

Myers aparentemente basa sus comentarios de segunda mano en reportes de prensa (no asistió a mi conferencia), indica que mi tesis es que podremos aplicar ingeniería reversa al cerebro desde el genoma. Eso no es lo que dije en mi presentación. Claramente dije que la tarea de entender los principios de funcionamiento del cerebro se basa en muchos tipos de estudios -desde estudios moleculares detallados de neuronas individuales, estudios de diseños de conexión neuronal, estudio de funcionamiento de los grupos neuronales, y muchos otros más. Ni siquiera presenté el genoma como parte de la  estrategia de aplicación de ingeniería reversa del cerebro.

Mencioné el genoma, sí, pero en un contexto completamente distinto. Presenté una serie de argumentos acerca de que el diseño del cerebro no es tan grandemente complicado como algunos teóricos nos lo han  presentado. Esto es para responder a la noción de que se requieren trillones de líneas de código para crear un sistema comparable. El argumento sobre la cantidad de información en el genoma es uno de los muchos más de tales argumentos. No es una estrategia propuesta para lograr la ingeniería reversa del  cerebro. Es un argumento desde la teoría de la información, la cual Myers por lo visto no entiende.

La cantidad de información en el genoma (después de una compresión sin pérdida, lo que es posible debido a la redundancia en el genoma) es de cerca de 50 millones de bytes (comparado con los 800 millones de bytes en un genoma no comprimido). Sin duda, es correcto que la información en el genoma atraviesa una ruta muy compleja para crear un cerebro, pero la información en el genoma limita la cantidad de información en el cerebro antes de la interacción del cerebro con su medio ambiente.

Es cierto que el cerebro obtiene una gran cantidad de información al interactuar con el medio ambiente -es un sistema adaptable de aprendizaje. Pero no debemos confundir la información que es aprendida con el diseño nativo del cerebro. La pregunta que tratamos de responder es: ¿cuál es la complejidad de este sistema (que llamamos cerebro) que lo hace capaz de auto-organizarse y aprender de su medio ambiente? La fuente original de este diseño es el genoma (más una pequeña parte de información  de la maquinaria epigenética), de manera que podemos calcular la cantidad de información siguiendo ese camino.

Sin embargo, podemos tomar una ruta mucho mas directa para entender la cantidad de información en el diseño innato del cerebro, y del que incluso hablé en mi conferencia: observar directamente al cerebro.

Incluso allí vemos redundancia masiva. Sí, hay trillones de conexiones, pero siguen masivamente diseños repetitivos.

Por ejemplo, el cerebelo (que ha sido modelado, simulado y medido) -la región responsable de parte de las habilidades de formación, como tomar una pelota al vuelo-  contiene un módulo de cuatro tipos de neuronas. Ese módulo se repite alrededor de diez billones de veces. La corteza, una región que sólo está en los mamíferos y que es la responsable de nuestra habilidad para pensar simbólicamente y jerarquizar ideas, tiene también una redundancia masiva. Tiene un módulo básico de reconocimiento de  patrones que es considerablemente más complejo que el que se repite en el cerebelo, pero igual tenemos una redundancia masiva en los patrones de conexión.

Sí, el sistema aprende y se adapta a su medio ambiente. Contamos con suficientes escaneos de alta resolución en vivo de tal manera que podemos ver como nuestro cerebro crea los pensamientos y como los pensamientos crean nuestro cerebro. Este tipo de plasticidad o aprendizaje es parte esencial del paradigma y capacidad del diseño de nuestro cerebro. La pregunta es: ¿qué tan complejo es el diseño del sistema (nuestro cerebro) que es capaz de auto-organizarse en respuesta a un medio ambiente igualmente  complejo?

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