Reparación de recuerdos dañinos

(Crédito: iStockphoto)

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Una investigación reciente ha demostrado que los recuerdos no representan trazos físicos definitivos e imposibles de cambiar en el cerebro. En su lugar, los recuerdos son una construcción maleable que pueden ser reconstruidos cada vez que se recuerdan.

Médicos y sicoterapistas podrían utilizar este conocimiento para ayudar a sus pacientes a bloquear las emociones de miedo y terror que podrían haber experimentado durante un evento traumático, convirtiendo así las fuentes crónicas de ansiedad en recuerdos benignos.

La idea que los recuerdos son constantemente modificados no es completamente nueva. La evidencia experimental relacionada con este efecto va al menos hasta la década de los 60. Sin embargo, la investigación predominante tuvo tendencia a ignorar sus descubrimientos por décadas ya que contradecían la teoría científica dominante sobre el funcionamiento de los recuerdos y la memoria.

Investigación subsecuente ha dejado en claro que no existe tal cosa llamada recuerdo único, sino diferentes tipos de memoria que logra distintos tipos de propósitos biológicos por medio del uso de rutas neuronales. La memoria episódica se refiere a una recolección de eventos pasados, memoria procesal se refiere a la capacidad para recordar distinto tipo de habilidades físicas, como manejar una bicicleta o patear una pelota; la memoria del miedo,  una particular forma de memoria emocional, se refiere a la inmediata sensación de peligro y estrés que llega al recordar una experiencia física o emocional peligrosa. Sin importar la memoria de que se hable, la teoría de la consolidación indica que este tipo de experiencia es un trazo neuronal no modificado de un evento anterior, almacenado en memoria de largo plazo. Cuando se trae el recuerdo, cuando se recuerda,  ya sea que fuera ocasionado por evento emocional desagradable o placentero, lo que haces esencialmente es tomar una narrativa intemporal de un evento pasado. Los seres humanos, desde este punto de vista, éramos la suma total de nuestra memoria y recuerdos fijos.

La investigación indica que se puede alterar el impacto emocional de un recuerdo al incorporar nueva información cuando se recuerda en un contexto distinto. Esta hipótesis está en contraposición con 100 años de neurociencia y pone en entredicho iconos culturales del tipo de Marcel Proust y los libros de memorias.

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