Robert MacCallum, bioinformático del Imperial College London y un grupo de colegas, ha adaptado DarwinTunes -un programa que produce secuencias de 8 segundos de sonidos aleatoriamente generados, o bucles, a partir de una base de datos de ‘genes’ digitales. En el experimento, alrededor de 7000 participantes clasificaron cada bucle de sonido, ejecutado en orden aleatorio, en una escala de 0 a 5 como “no lo soporto” hasta un “me gusta”.
En una especie de sobrevivencia musical del mejor adaptado, los bucles con más calificaciones se unieron a otros bucles y se replicaron. Cada generación resultante fue nuevamente sometida a consideración. Después de 2500 generaciones de bucles de sonido, lo que empezó como ruido cacofónico había evolucionado hacia cadenas placenteras de música.
MacCallum y sus colegas tienen la idea que futuros experimentos permitirá a más de 1 millón de usuarios participar. “El tener más participantes nos ayudará para que la música evolucione mucho más rápidamente, y quién sabe lo que tendremos”, indicó.
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