Un animal flaco y uno normal fueron expuestos a algo novedoso (centro). El animal flaco pasó más tiempo explorando lo nuevo, tal y como se muestra en las concentraciones más altas de amarillo a un lado. (Crédito: Yale School of Medicine)

Un animal flaco y uno normal fueron expuestos a algo novedoso (centro). El animal flaco pasó más tiempo explorando lo nuevo, tal y como se muestra en las concentraciones más altas de amarillo a un lado. (Crédito: Yale School of Medicine)

Las neuronas ubicadas en la parte del cerebro que controla el hambre también fueron ligadas a la adicción de las drogas, descubrieron investigadores de la Escuela de Medicina de Yale.

En un intento por desarrollar tratamientos para desórdenes metabólicos como la obesidad y la diabetes, los investigadores centraron cada vez más su atención en los circuitos de recompensa del cerebro localizados en el cerebro medio, con la idea que en estos pacientes el alimento podría convertirse en un tipo de “abuso de drogas” similar a la cocaína. El estudio invirtió las ideas preconcebidas.

“Por medio de enfoques genéticos, descubrimos que un deseo fuerte por consumir alimentos puede en realidad asociarse con una disminución en el interés por la novedad, así como por la cocaína; lo contrario se da igualmente: un interés menor en los alimentos predice un incremento en el interés por la cocaína”, indicó Marcelo O. Dietrich.

“Descubrimos que los animales que tenían menos interés en la comida están más interesados en la búsqueda de novedades y drogas como la cocaína”. indicó Tamas L. Horvath. “Esto sugiere que hay individuos con una motivación alta en el circuito de recompensa en el cerebro. Este es un tema muy complejo que surge a partir de la actividad de los circuitos de alimentación básica durante el desarrollo, y que luego impacta la respuesta del adulto a las drogas y la novedad”.

Horvath y su equipo creen que el hipotálamo, que controla funciones vitales como la temperatura del cuerpo, hambre, sed, fatiga y sueño, es la clave para el desarrollo de funciones más altas del cerebro. “Estas neuronas promotoras de hambre son de importancia crítica durante el desarrollo para conformar las funciones cerebrales altas, y su funcionamiento anormal puede ser la causa no evidente de comportamientos alterados”, indicó.

“Hay una tendencia actual a relacionar la obesidad con el circuito de recompensa cerebral”, añadió Horvath. “Pero nosotros proporcionamos un punto de vista contrastante: que el aspecto de recompensa puede ser muy alto, pero los sujetos pueden aún inclinarse o no. Al mismo tiempo, el resultado indica que el grupo de personas no interesado en la comida, podría ser proclive a adicciones”.

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  • que organo del encefalo regula el sueño y el apetito