La grasa en los alimentos, tales como las papas fritas, los hace casi irresistibles ya que disparan un gatillo natural de químicos parecidos a la marihuana en nuestro cuerpo llamados endocannabinoids, descubrieron investigadores de la Universidad de California, Irvine.
Los investigadores descubrieron que cuando las ratas comían algo grasoso, las células de su estómago iniciaban la producción de endocannabinoids, mientras que los azúcares y las proteínas no tenían ese efecto.
En realidad el efecto inicia en la lengua, donde las grasas en los alimentos generan una señal que viaja primero al cerebro, y luego a un grupo de nervios llamados vagus en nuestros intestinos. Una vez allí, la señal estimula la producción de endocannabinoids, el cual dispara una cantidad de señalizaciones de las células, probablemente al liberar químicos digestivos ligados al hambre y la saciedad que nos empujan a comer más. Y eso conduce a la obesidad, diabetes y cáncer, indicaron los investigadores.
Sin embargo, sugieren que es posible darle la vuelta a este proceso por medio de la obstrucción de toda la actividad de las endocannabinoids: por ejemplo, por medio del uso de drogas que asfixian a los receptores de endocannabinoids. El truco: saltarse el cerebro para evitar crear la ansiedad y la depresión (que se da cuando la señal de los endocannabinoids se bloquea en el cerebro).
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