En algún cuarto oscuro en Alemania, “hormigas” artificiales muestran su “diseño resultante” al seguir entre ellas el trazo fosforescente que dejan a su paso.
Fabricados sobre el mismo principio que las hormigas al detectar y seguir su seña de feromonas, que dejan a su paso indicaciones de alimento y otros recursos al colocar en el suelo moléculas odoríferas, los lumibots usan la luz en vez de el olor.
lumiBots from Mey Lean Kronemann on Vimeo.
Cada lumibot está equipado con una pequeña luz infrarroja. A medida que se mueve en un tipo de alfombra que brilla en un lugar oscuro, deja una cola fosforescente visible. En la parte frontal del lumibot, un sensor ayuda a seguir cualquier señal luminosa que se encuentre, ya sea propia o de otro lumibot.
Por medio de seguir una cola existente y al mismo tiempo dejar una nueva propia, o incluso refinando su seguimiento al tomar un atajo, tal y como las hormigas lo hacen, los lumibots, que no tienen memoria, se comunican información espacial elemental entre sí y permiten que emerjan diseños en la alfombra por sí mismos, en lugar de que sean predefinidos por un programa o por otros medios.
El resultado es una demostración simple pero efectiva de cierto tipo de “inteligencia del enjambre”. Es muy fácil decir que ninguna hormiga sabe como construir una colonia o como encontrar suficiente alimento para evitar hambruna entre ellas, sin embargo, mostrar cómo las hormigas logran estos objetivos usando lumibots es algo distinto, mucho más claro.
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