Durante una conferencia internacional en Suiza en el 2006, le comenté a mi audiencia que si yo fuese a tomar una siestecita de 20 años, una de las cosas que no esperaría al despertar era la Unión Europea, o al menos no una que me aburriera más que el modelo actual. Esta idea era la continuación de una idea preliminar de que el fenómeno conocido como globalización estaba ya en el proceso de encogimiento, y de que sería reemplazado en los años venideros por su idea contraria, la localización. Esta fue probablemente la conferencia menos popular en aquel encuentro en Suiza, y fue sin duda la platica que encabezó la reacción más hostil de la audiencia de todas las conferencias que he dado (Debo decir que era un encuentro de futuristas).

Qué diferencia suceden en uno o dos años. La fuerza motivadora de ambos comentarios temerarios es lo que llamo “temperamento social” de una población. No existen actividades humanas colectivas, tales como la globalización, o tendencias en la cultura popular tales como moda en películas, libros, o extravagancias, que no puedan ser entendidas sin reconocer que es la manera como un grupo de la población ve el futuro y le da forma a los eventos. Emociones, no cálculos racionales, es lo que importa. Para ver lo que nuestro mundo puede ser mañana, el próximo año, o la próxima década, es importante dedicarle tiempo y dinero a investigar el “temperamento social”.

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