Juegos como FoldIt permite que problemas de ciencia sean resueltos a través de crucigramas. En esta foto, los jugadores diseñan nuevas proteinas, y lo hacen mejor que cualquier algoritmo de doblaje de proteínas. (Crédito: FoldIt)

Juegos como FoldIt permite que problemas de ciencia sean resueltos a través de crucigramas. En esta foto, los jugadores diseñan nuevas proteinas, y lo hacen mejor que cualquier algoritmo de doblaje de proteínas. (Crédito: FoldIt)

Una nueva ola de proyectos de ciencia busca la participación de personas sin experiencia alguna en ciencia para reunir activamente información para sus comunidades.

Existe una percepción creciente de que los participantes pueden tomar parte activa en los proyectos, en lugar de esperar pasivamente a que su computadora haga el trabajo duro.

Existe un sentimiento de que la ciencia es demasiado importante como para dejarla sólo en manos de los científicos, indicó Francois Grey, del Centro Ciudadano de Ciberciencia (Citizen Cyberscience Centre), un centro fundado en el 2009 con la colaboración del CERN, la Universidad de Génova, y las Naciones Unidas, con un aporte inicial económico de la Fundación Shuttleworth.

El Centro Ciudadano de Ciberciencia, al cual pertenece Grey, es uno de los proyectos principales que intenta llevar a los ciudadanos comunes y corrientes a territorios inexplorados en la ciencia. Una de las razones, indica Grey, es que cada vez esto se hace más y más posible debido a que las barreras tecnológicas están cayendo, y hardware cada vez más sofisticado puede colocarse en las manos de los ciudadanos.

Uno de los proyectos que el centro promueve  -La Red Detectora de Sismos-  (QCN por sus siglas en inglés) hace uso de la tendencia a tener dispositivos cada vez más pequeños. Un detector de movimiento personalizado conectado via USB convierte a los equipos de cómputo de las personas en detectores automáticos de sismos. Conecta computadoras vía la internet a un sistema centralizado, y tienen todo un amplio sistema que elabora un mapa de secuelas de sismos.

Parte del hardware que se utiliza en otros proyectos de ciencia ciudadana tiene orígenes inesperados. Un avance científico mayor en computación provino del desarrollo de las super-rápidas tarjetas 3D Graphics Processing Units (GPUs)  para usarse en juegos de vídeo de la consola PlaySation 3, de Sony. GPUs operan a 10 veces la velocidad de un chip normal. Consecuentemente con este cambio, Dave Anderson, fundador de la plataforma de código abierto BOINC, vislumbra la computación voluntaria a niveles “exascale” -cerca de 1,000,000,000,000,000,000 operaciones por segundo-  100 veces más poderosa que las mejores super-computadoras de hoy.

El sitio del Centro Ciudadano de Ciberciencia lo encuentras aquí.