En el libro Race Against The Machine: How the Digital Revolution is Accelerating Innovation, Driving Productivity, and Irreversibly Transforming Employment and the Economy, publicado en el 2011, los autores Erik Brynjolfsson and Andrew McAfee argumentan que “el progreso tecnológico está acelerando la innovación al tiempo que deja muchos tipos de trabajos atrás”, indicó Moshe Y. Vardi, profesor de la Universidad Rice.

“Se han perdido millones de empleos en los últimos años y se los hemos atribuido a la Gran Recesión, aunque parece ser que la productividad cada vez mayor generada por la tecnología se está convirtiendo en un factor de mucho peso…” Al tiempo que la tecnología ha  destruido muchos tipos de empleo, otros nuevos se crean constantemente.

“La revolución de la inteligencia artificial, sin embargo, es un tipo distinto de revolución industrial. En el siglo XIX, las máquinas compitieron con la destreza de los humanos. Hoy, las máquinas compiten con el cerebro humano. Los robots combinan cerebro y músculo. Debemos enfrentar la posibilidad de ser convertidos en obsoletos por nuestra propia creación”.

“Otra respuesta típica es que las máquinas harán todo nuestro trabajo y tendremos el tiempo para actividades de recreación. Yo no creo que ese sea un futuro prometedor. Primero, si las máquinas hacen casi todo nuestro trabajo, no queda claro si nos dejarán al menos 15 horas de trabajo a la semana. Segundo, no me parece atractiva la idea de pasarme la vida descansando o divirtiéndome. Creo en el trabajo como algo esencial en el bienestar de los humanos”.

“Tercero, nuestro sistema económico deberá sufrir una reestructuración económica radical para permitir a miles de millones de personas vivir una vida de descanso y  recreación. El desempleo en los Estados Unidos es cercano al 9 por ciento y es considerado un problema enorme”.

“Finalmente, la gente me dice que mis preocupaciones corresponden a un futuro que está aún muy lejos de nosotros. Me parece inaceptable esta respuesta. El año 2045 está a sólo una generación de nosotros. No podemos obviar preocupaciones del bienestar de nuestra siguiente generación humana”.

“Es la hora, creo, de poner las consecuencias tal y como son en la mesa. No podemos ciegamente perseguir el objetivo de la inteligencia artificial sin sopesar sus últimas consecuencias”.

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