Filibusteros, interés material y moral internacional: a propósito del Canal de Nicaragua.

Hay quien prefiere escribir un artículo sobre las tendencias globales que afectan un hecho o una región, y es respetable. Y hay quien prefiere escribir desde la posición invasora, que no ve a sus mujeres, ancianos y niños involucrados en una guerra atroz, no ve la destrucción de sus ciudades, y es también respetable. Y hay quien prefiere escribir desde la invasión misma, desde el escenario de la guerra, de la desolación y desesperación de los hombres, mujeres y niños, de su hambre, sufrimiento y muerte, de sus enfermedades, de sus ciudades quemadas, como Granada, y sus calles, casas, iglesias, puentes, sembradíos y recursos naturales destruidos, y no sólo estaría en lo correcto, estaría en Nicaragua, estaría en la Centro América de la década 1850-60.
Julio C. Palencia

La distinción moral entre el pillaje público y privado del territorio de una nación más débil está vagamente definida. Todo lo que se requería de los filibusteros era tener éxito. Si tenía éxito, el filibustero sería un héroe y un patriota; si fallaba, estaba reprobado. Es muy dudoso que nos hayamos alejado mucho de esta idea, aún en el siglo XX. Siempre ha existido una cerrada relación entre nuestras ideas de moral internacional y nuestros intereses materiales.
William O. Scroggs, Filibusters and Financiers.

 

UN INVITACIÓN MUY ARRIESGADA
William Walker llegó a Nicaragua invitado por los liberales, una de las dos facciones en guerra de la Nicaragua de 1855, a sugerencia de Byron Cole, empresario de San Francisco. Los liberales buscaban con ello romper el empate técnico entre legitimistas (conservadores), encabezados por Fruto Chamorro, y liberales (democráticos), por Francisco Castellón, enredados en una guerra destructiva con ingredientes de rencor y odio, continuación natural del ya para entonces fracasado proyecto de nación centroamericana, o lo que es lo mismo, la historia de los diminutos estados vueltos repúblicas.

Venía Walker de un sonado fracaso en su invasión al territorio mexicano de Baja California Sur y Sonora, en donde peregrinamente había fundado la República de Sonora, de algunos meses de duración. Era 1854, y sólo unos años antes México había sido privado de más de la mitad de su territorio.

Era la época dorada del Destino Manifiesto, época que algunos historiadores estadounidenses llaman la etapa romántica de la fuerza invasora de los Estados Unidos.

EL REALEJO
Walker llegó al Realejo, Nicaragua, el 16 de junio de 1855, encabezando la denominada falange americana, compuesta de 56 hombres, algunos sobrevivientes de la aventura en Sonora y aún otros veteranos de la guerra contra México. El acuerdo con los liberales incluía una paga monetaria y 52,000 acres de tierra al finalizar el conflicto.

A menos de un año de su llegada, en medio de aquella carnicería entre los bandos opuestos, Walker, ya para entonces General de Brigada, se convertiría en Comandante de Armas del recién designado presidente Patricio Rivas y luego se haría nombrar él mismo presidente de Nicaragua, tomando posesión el 12 de julio de 1856.

Algunos historiadores estadounidenses y centroamericanos coinciden en que, de tener Walker la habilidad política, el tacto necesario, para ser el punto intermedio, “el ángel tutelar” o “estrella del Norte“, como le llamaba el cura granadino Don Agustín Vigil, Walker se hubiera convertido en el punto de equilibrio que requería aquella confrontación y su autoridad moral hubiera sido indisputable. Pero no fue así. Desde su punto de vista, la “regeneración” de Nicaragua y Centro América requería la inyección del elemento anglosajón, “social y racialmente superior”, en territorios impulsados por el trabajo esclavo.

Robaban, asesinaban, incendiaban y violaban con la mayor imprudencia” sin detenerse a reflexionar sobre “lo perjudicial que podía serles en lo porvenir una conducta semejante”. Su respuesta, reflejo de una creencia extendida mayoritariamente en el sur de Estados Unidos y complemento del Destino Manifiesto era “que los greasers no tenían sentimientos, ni eran de la misma especie que los blancos”. 1

Su plan incluía la usurpación del territorio centroamericano y su anexión a los estados esclavistas del sur como un contrapeso al cada vez más amenazador norte industrializado. Centro América sería, siguiendo su plan, una potencia militar encabezada por él mismo que tomaría control de la ruta ístmica que tanto urgía a las potencias.

En la década de 1850, William Walker fue para Estados Unidos su estrella de Hollywood. Su “epopeya” alentó poemas, canciones, obras de teatro, panfletos, demostraciones de apoyo y recolectas económicas entre el pueblo estadounidense, que lo veía como la encarnación misma del Destino Manifiesto. Abundaban, tanto en Nueva York como Nueva Orleans, los anuncios en periódicos para reclutar voluntarios hacia Centro América.

LA COMPAÑÍA DE TRÁFICO DE ACCESORIOS
Durante su estadía en la presidencia cometió dos errores que lo conducirían al fracaso: el 27 de agosto de 1856 expidió una ley reactivando la esclavitud, y traicionó a una de sus más entusiastas fuentes de ingresos y recursos humanos, la Compañía de Tráfico de Accesorios, del millonario Cornelius Vanderbilt. Bajo pretexto de una auditoría, en la cual quedó claro que la compañía debía al estado nicaragüense cantidades considerables de dinero, revocó las concesiones y privilegios que se le habían otorgado. El movimiento no fue fortuito y sí calculado: la concesión de la ruta sería otorgada a Charles Morgan y mister Garrison, antiguos socios y agentes de Vanderbilt.

La Compañía de Vanderbilt había iniciado sus recorridos en 1852. Desde Greytown, en el Atlántico, hasta San Juan del Sur, en el Pacífico, pronto se convirtió en la ruta de viaje preferida ya que significaba el ahorro de 500 millas entre San Francisco y Nueva York, comparada con la ruta del Pacific Railway, en Panamá. Un punto más a su favor: la misma embarcación realizaba todo el recorrido y sólo 20 kilómetros, los últimos del viaje en el istmo, en carruaje hacia San Juan del Sur.

La amenaza de reactivación del esclavismo tuvo el poder de unir no sólo a liberales y conservadores nicaragüenses. También lo tuvo de unir, bajo invitaciones constantes de Vanderbilt, a las desgastadas repúblicas centroamericanas. Así se formó la alianza del dividido ejército centroamericano que derrotaría a William Walker.

Costa Rica, con ayuda de gente de Vanderbilt y sus socios, se agenciaría el control de la vía interoceánica a principios de enero de 1857, cortando de esa manera todo suministro logístico y militar al ejército filibustero, y de paso dejando fuera del negocio a la empresa aliada de Walker.

Aislado y acorralado, diezmado igualmente por la malaria, Walker capituló el 1 de mayo de 1857 ante el capitán de la fragata St. Mary, Charles H. Davis, que lo llevaría a Estados Unidos y lo libraría de un juicio en la tierra devastada por sus acciones.

La derrota de Walker le hizo perder popularidad. Su ley de reactivación del esclavismo y el ataque directo a las empresas del Comodoro Vanderbilt fueron vistos con muy malos ojos por los capitalistas del norte. Así como había sido apoyado por su capital, ahora Walker buscaría apoyo primeramente entre los estados esclavistas sureños.

LOS NÚMEROS
Vanderbilt, basándose en libros de su empresa, señaló que se transportaron alrededor de 7 mil colonos desde el Atlántico y casi la mitad de esa cantidad desde el Pacifico. El monto, según estos números, sería superior a 10,000 hombres. Para febrero de 1857, los registros de Walker indican que el ejército filibustero ascendía a 2,288 hombres, sin contabilizar empleados, voluntarios y tropas locales. Las empresas del canal (tanto la de Vanderbilt como la de Morgan-Garrison) suministraron, además de hombres, enormes cantidades de recursos económicos para el éxito de la empresa filibustera a cambio de verse favorecidos con concesiones ventajosas en un futuro nuevo estado nicaragüense y centroamericano.

No sólo sureños apoyaron a Walker en su primera y exitosa tentativa de controlar Nicaragua y Centro América. Entre los oficiales del ejército filibustero encontramos a Charles Frederick Henningsen, famoso soldado europeo, Domingo de Goicouria, banquero y posteriormente prócer cubano (con el compromiso que, después de afianzar Nicaragua, Walker ayudaría a liberar Cuba del Imperio Hispánico), Bruno von Natzmer, oficial de caballería prusiano, Frank Anderson, de Nueva York, y Charles W. Doubleday, de Ohio.

OTROS INTENTOS DE WALKER
Una segunda expedición con el apoyo casi exclusivo de los estados del sur fue realizada en noviembre de 1857, mismo año de su capitulación en Rivas. Walker desembarcó en Punta Arenas pero la invasión se vio frustrada por el accionar del comodoro Hiram Paulding, acción que le costaría a Paulding pasar a retiro por lo que el congreso estadounidense consideró “acción indebida” y que merece por sí mismo un artículo aparte.

En 1858, en un tercer intento naufragó al entrar en Omoa, estrellándose contra el arrecife Glovers. Lo acompañaban 140 filibusteros. Regresó a Estados Unidos sin tocar tierra firme centroamericana.

En 1860 realizó un cuarto intento, desembarcando en las Islas Roatán, desde donde planificó el ataque al puerto hondureño de Trujillo. En esta ocasión se rendiría a Nowell Salmon, capitán de la nave inglesa Icarus, y entregado por éste a las autoridades hondureñas. Fue fusilado el 12 de septiembre de 1860 en Trujillo, lugar donde aún se encuentran sus restos.

EL TRATADO CLAYTON-BUWLER
Durante los años de mayor actividad filibustera, el gobierno de Estados Unidos estaría maniatado debido a la firma en 1849 del Tratado Clayton-Buwler, que estipulaba que Centro América no podría ser colonizada por ninguno de sus firmantes, Gran Bretaña y Estados Unidos. La intromisión directa del gobierno estadounidense hubiera roto el muy frágil equilibrio entre ambas potencias.

William Walker nació en Nashville, Tennesee, en 1824. Fue médico, abogado, periodista y tenía dominio aceptable de varios idiomas. De personalidad sombría, se le conoce por el infame título de “rey de los filibusteros”. 2

Walker, lleno de una pretendida superioridad racial, altivez, desprecio y descuido, fue la representación más completa del Destino Manifiesto y de los expansionistas estados del sur de Estados Unidos. “A Walker se le dio una oportunidad espléndida. Aunque nunca tuvo el apoyo directo del gobierno de Estados Unidos, muchos de los líderes políticos y económicos más importantes se interesaron en sus actividades. A pesar de todo este apoyo, falló. No estuvo a la altura de las circunstancias. En el lapso de seis meses había puesto en contra suya cada una de las fuerzas que deberían haber estado de su lado. La cualidades que se creían su fuerte resultaron ser elementos de debilidad. Dominado por sus sueños, en lugar de dominarlos, con la creencia ciega en su propio destino…” 3

 

Bibliografía
1. La guerra nacional, José Dolores Gámez, Aldila Editor, 2006.
2. William Walker el Predestinado (Biografía), Alejandro Bolaños Geyer, Programa Textos Escolares Nacionales,1992.
3. Filibusters and financiers, William O. Scroggs, The MacMillan Company, 1916.