Descubren circuito cerebral que controla los niveles de ansiedad

Las puntas de extensiones neuronales largas de la amígdala (verde) hacen contacto con las neuronas del hipocampo (azul). Esta vía de comunicación ayuda a modular la ansiedad. (Crédito: Ada Felix-Ortiz/MIT)

Las puntas de extensiones neuronales largas de la amígdala (verde) hacen contacto con las neuronas del hipocampo (azul). Esta vía de comunicación ayuda a modular la ansiedad. (Crédito: Ada Felix-Ortiz/MIT)

Investigadores del Instituto para Aprendizaje y Memoria Picower, del MIT, han descubierto una vía de comunicación entre dos estructuras del cerebro –la amígdala y el hipocampo ventral– que parece controlar los niveles de ansiedad.

Al reducir o aumentar el volumen de esta comunicación en ratones, los investigadores pudieron aumentar y reducir los niveles de ansiedad. La investigación podría ayudar a encontrar mejores tratamientos para la ansiedad.

Medición de la ansiedad

Tanto el hipocampo, que es necesario para la formación de memorias, y la amígdala, que está involucrada en el procesamiento de emociones y memoria, han sido con anterioridad implicados en la ansiedad. Sin embargo, se desconocía como interactuaban entre sí.

Para estudiar tal interacción, los investigadores recurrieron a la optogenética, que les permite modificar neuronas para habilitar o deshabilitar su actividad eléctrica como respuesta a la luz. Para este estudio, los investigadores modificaron un grupo de neuronas en la amígdala basolateral (BLA); estas neuronas envían largas proyecciones a las células del hipocampo ventral.

Los investigadores midieron los niveles de ansiedad en los ratones al observar qué tanto tiempo querían permanecer en una situación que normalmente les ocasiona ansiedad. Los ratones son por naturaleza ansiosos en espacio abierto donde son fácil presa de depredadores, por lo que, cuando se encuentran en un área abierta, tienden a permanecer en las orillas o esquinas.

Cuando los investigadores activaban la conexión entre las células en la amígdala y el hipocampo, los ratones pasaron más tiempo en la esquinas de un recinto, lo que sugería que estaban ansiosos. Cuando los investigadores desactivaban esa ruta cerebral, los ratones se volvían más aventurados y buscaban explorar en el espacio abierto. Sin embargo, cuando se les volvía a habilitar, regresaron nuevamente a las esquinas en busca de seguridad.

En estudios futuros, el equipo del MIT planea investigar los efectos de la amígdala sobre otras regiones del hipocampo y la corteza prefrontal, que también ha sido involucrada en la ansiedad.

“El uso práctico de esta innovación es la consiguiente identificación de un tratamiento potencial para la ansiedad”, dijo Kay Tye, profesor de ciencias cognitivas y del cerebro en el MIT. “El marco temporal para que se traduzca en tratamiento que pueda ser utilizado en humanos es difícil de predecir, estamos apenas dando el primer paso en el desarrollo de mejores tratamientos para la ansiedad: la identificación de substratos neurales críticos involucrados en el control de estados de ansiedad”.

Las enfermedades relacionadas con la ansiedad, que incluye la enfermedad de estrés post-traumático, fobias sociales y trastorno compulsivo-obsesivo, afectan a 40 millones de estadounidenses jóvenes. Los tratamientos actualmente disponibles, como drogas anti-ansiedad, por ejemplo, no siempre son efectivas y tienen efectos colaterales no deseados.

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