Nuestros cerebros se adaptan a lo inesperado utilizando una red pre-construida que realiza predicciones sobre el mundo, y monitorea el resultado de esas predicciones. Un área en el frente del cerebro, llamada corteza órbitofrontal,  juega un papel central. Los estudios muestran que pacientes con daño en esta región del cerebro confunden memorias con realidad, y continúan anticipando eventos que no es posible que sucedan más.

Un grupo de investigadores, supervisados por el Prof. Armin Schnider de la University Hospital de Génova, Suiza, grabaron imágenes funcionales de resonancia magnética (fMRI) mientras voluntarios sanos ejecutaban una tarea en la cual ven repetidamente dos rostros y debían predecir cual de ellos aparecería el objetivo. El objetivo lo conformaba un simple disco negro (estímulo neutro) y una araña (estímulo potencialmente dañino). Los investigadores encontraron una fuerte activación de las áreas del cerebro al tiempo que la araña aparecía. Sin embargo, sin importar si el disco o la araña aparecían, su ausencia inesperada activaba una red cerebral que incluye la corteza orbitofrontal.

Estos descubrimientos muestran que, mientras el daño potencial afecta fuertemente las respuestas del cerebro, no influye la forma en que el cerebro reacciona cuando un evento inesperado ocurre. El estudio apoya la idea que la corteza órbitofrontal es “el centro de una red específica cerebral que funciona como un sistema de monitoreo de resultados”, indicó Lous Nahum. “Esta capacidad es probablemente tan antigua en la evolución como el instinto de reacción a los estímulos de amenaza; al fallar priva al cerebro de la habilidad de mantenerse en contacto con la realidad”.

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