Esta imagen, creada utilizando modelos de computadora, muestra la manera en que la extrema gravedad del agujero negro en M87 distorsiona la apariencia el chorro de materia cerca del horizonte de eventos. Parte de la radiación del chorro es curvada por la gravedad en un anillo que se conoce como "sombra" del agujero negro  (Crédito: Avery E. Broderick (Perimeter Institute & University of Waterloo)

Esta imagen, creada utilizando modelos de computadora, muestra la manera en que la extrema gravedad del agujero negro en M87 distorsiona la apariencia el chorro de materia cerca del horizonte de eventos. Parte de la radiación del chorro es curvada por la gravedad en un anillo que se conoce como “sombra” del agujero negro (Crédito: Avery E. Broderick (Perimeter Institute & University of Waterloo)

Un equipo internacional, encabezado por investigadores del Observatorio Haystack del MIT, ha medido el radio de un agujero negro por vez primera, en el centro de una galaxia distante  -a la distancia más cercana en la cual la materia puede acercarse sin ser “devorada” irremediablemente por el agujero negro.

Agujeros negros miles de millones de veces más masivos que nuestro sol podrían residir en el centro de la mayoría de galaxias. Esos agujeros negros supermasivos son tan poderosos que su actividad puede desgarrar sus propias galaxias circundantes.

Los científicos unieron antenas de radio en Hawaii, Arizona y California para crear una cadena de telescopios al que llamaron “Telescopio del Horizonte de Sucesos” (ETH)  que puede ver detalles 2,000 veces más finos que lo visible para el Telescopio Espacial Hubble.

Estas antenas de radio fueron capacitadas en M87, una galaxia alejada unos 50 millones de años luz de la Vía Láctea. La M87 abriga un agujero negro 6 mil millones de veces más grande que nuestro sol; utilizando ETH, el equipo observó el brillo de la materia en la frontera del agujero negro -una región conocida como “horizonte de sucesos”.

“Una vez que los objetos caen dentro del horizonte de sucesos, están perdidos para siempre”, indicó Shep Doeleman, Director Asistente del Observatorio Haystack.. “Es una puerta de salida de nuestro propio universo. Si entras por esa puerta, no hay regreso”.

Shep Doeleman y sus colegas publicaron los resultados de su estudio esta semana en la revista Science.

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