Me pareció totalmente desproporcionada la forma como los medios difundieron la partida de Steve Jobs. ¿Realmente cambió nuestras vidas?

Le he dado vueltas a esa pregunta. Quizás mi caso sea atípico.   ¿Cómo es que este mortal  -que empezó a hacer a utilizar computadoras en 1976, primero la IBM 1620,  luego la HP21MX, la IBM-370, la HP 3000,  NCR, Data General, OSY, Burrouhgs,  la primeras pcs Osborne, las PCs IBM, etc. –   pudo sobrevivir más de 35 años utilizando esas herramientas, pero nunca una Apple-Mac?

Steve Jobs

Steve Jobs

Me remonto a aquellas épocas cuando había que hacer maravillas, pues la memoria era insuficiente, había que segmentar programas, hacer “swappings”. Con los nuevos procesadores e incluso con dos computadoras en paralelo,  lográbamos reducir el tiempo de aquellas simulaciones, de 10 días continuos a menos de 24 horas, después, con los años, a 1-2 horas, etc., pero nunca con una Apple.  Cuando tratábamos de utilizarlas, el problema era en chino, ya que las librerías científicas contribuidas no eran compilables en las maquinitas de don Steve.  Ya en tiempos más recientes, en los noventas recuerdo a muchos colegas, de distintos países latinoamericanos, regresando con sendos doctorados de países europeos, presumían con sus Apple, decían que nunca regresarían a Windows Microsoft.  Pero nunca pudieron resolver problemas frecuentes sencillos, por ejemplo en optimización, como la programación dinámica estocástica.  Al cabo de 1, 2 o 3 años los vi desechar sus Apples y volver a PCs con el  “pedestre y obsoleto” Windows.

Pero hay otras razones, de índole económica.  Por ejemplo hace un par de años acompañé a mi hijo y a un su amigo a la tienda Apple.  Necesitaban comprar un dispositivo. Lo encontramos en esa tienda, a un precio de 2 mil pesos. Me pareció muy caro y recomendé ir a otra tienda.  Sábado, sin mucho tráfico, en 10 minutos estábamos en el Bazar de la Electrónica de “El Toreo –Cuatro Caminos”.  El mismo dispositivo, cumplía los mismos estándares, con sello FCCE de aprobación para países de la OECD, pero a un precio de solo 300 pesos.  Sin duda, la diferencia entre una tienda de la elegante avenida de Masaryk y un kiosco en el municipio de Tlanepantla.

Hace un par de semanas un grupo de ingenieros hindúes lanzaron una PC personal a un costo inferior a 50 dólares. Pero otro modelo chino ya viene, y a mitad de precio. Permitirá el acceso a las tecnologías de información a cientos de millones de niños del oriente.  Van a cambiar la vida de millones de personas, generaciones que fijarán el rumbo del presente milenio.  Seguramente ni siquiera habrá esquelas cuando esos ingenieros hindúes mueran.

Sin embargo, leyendo la columna de Salo Gravisnki, comprendo la dimensión del genio empresarial de Steve. En su artículo en el diario Excélsior, Salo Grabinsky señala que “El término de consumidor aspiracional (que indica la necesidad de soñar ser alguien diferente a través del consumo) se aplica en miles de artículos, marcas y modas que, provocan la compra de productos y servicios no necesarios. Un ejemplo son los iPods y  iPads, donde la necesidad es mínima pero el deseo de adquirirlos nos sale de lo más profundo y cuyos resultados resuenan en la tesorería  de Apple”.

Víctor Hugo Ventura

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